Por Karla Chacer
El pasado martes los treinta normalistas salieron del penal de Mil Cumbres, llegaron a la Plaza Melchor Ocampo en dos autobuses acompañados de sus padres. Varios compañeros, amigos y familiares suyos los recibieron con pancartas y consignas que hacían referencia a la libertad que les acababan de otorgar; hubo muchas lágrimas, abrazos y palabras que se intercambiaron, era difícil no contagiarse de la emoción que emanaba de todos los que se encontraban en el sitio.
Una vez que todos los normalistas bajaron y se encontraron con sus seres queridos, unos agentes jurídicos del sindicato dirigieron unas palabras a los presentes. Mencionaron estar muy contentos por el logro alcanzado, pero recalcaban a sus escuchas que se necesitaba de su apoyo para proseguir con la labor sindical, que se necesitaba de compromiso y de un seguimiento en todos los aspectos para que hubiera más avances, espero que estos avances sean de carácter educativo y no político.
Mientras los jurídicos continuaban con su discurso, los normalistas estaban en la parte de atrás poniéndose de acuerdo para sacarse una foto grupal, era notorio que lo que menos les importaba en ese momento era juntar puntos sindicales para una plaza. Ese momento les pertenecía y lo disfrutaban por el simple hecho de ya no estar tras los muros que los aprisionaron durante meses.
Ahora podían sentirse libres porque estaban de vuelta con sus familias y amigos, ¿pero realmente lo son? Como ya pudieron observar, ni diez minutos tenían de estar con su familia cuando los miembros del sindicato les pedían que no dejaran la causa, que siguieran ayudando y participando en todas las actividades que tuvieran que ver con este.
Sí, salieron de la cárcel que los mantuvo presos, pero volverán a tomar casetas, autobuses, realizaran marchas, seguirán un plan de estudios que seguramente no les bastará para prepararlos como docentes que garantizarán una buena formación a sus futuros estudiantes, tendrán que hacer más plantones y mítines para que, cuando se les ofrezca, tengan un sindicato que los respalde. Entonces, ¿dónde está la libertad?
“Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo.” (Goethe)
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