Como olvidar las palabras del presidente independiente Alfonso Martínez Alcázar, cuando obtuvo el triunfo en la capital michoacana, “lo que sigue ahora es hacer un buen trabajo, atender a la ciudadanía, integrarla e incluirla”.
A 7 meses de su gestión municipal, esas palabras no se han cumplido y hoy tenemos diversos problemas, insuficiencia en los recursos financieros, falta de planeación urbana, insuficiencias en la prestación de servicios públicos, baja recaudación de ingresos propios, deficiente atención al ciudadano, opacidad, falta de transparencia y excesivo gasto corriente, entre otros.
Esta prolongada lista de problemas demuestra que la reingeniería institucional aplicada por Alfonso y su equipo de trabajo en el municipio y las formas de ejercer el gobierno tienen serias dificultades para responder a las necesidades básicas y a las demandas de los habitantes, principalmente en la prestación de servicios públicos, atención al ciudadano y la obtención de recursos propios. En síntesis, existen serias dificultades para que el gobierno independiente de el ancho que los morelianos esperaban.
Esta realidad ha abonado a crear un generalizado fenómeno de desconfianza ciudadana hacia el gobierno independiente por su escasa capacidad para mantener en orden sus finanzas y responder eficazmente a las crecientes necesidades ciudadanas.

Esta desconfianza genera un círculo vicioso, que impacta la convivencia ciudadanos-gobierno, que desemboca en un deficiente entendimiento y colaboración, así como en la necesidad de reorientar los pactos de organización y gestión entre los actores político-gubernativo con los ciudadanos.
Morelia se encuentra en pésimas condiciones, sus calles son intransitables, la inseguridad está a la orden del día, el desempleo va al alza, no existe inversión y gran parte de sus colaboradores no realizan su trabajo.
La promesa de integrar a la ciudadanía en la toma de decisiones, hasta la fecha no se ha cumplido, claro ejemplo es la aberrante idea de aplicar un programa de foto multas en la ciudad, en donde las autoridades municipales se han negado a someter a consulta pública la decisión.
Antes de pensar en aplicar dicho programa, el presidente municipal debería de preocuparse por arreglar las pésimas vialidades con las que contamos los ciudadanos.