Cancún.- Tulum, uno de los destinos más populares del Caribe mexicano, atraviesa una crisis que amenaza su esplendor. Playas vacías, locales cerrados y una ocupación hotelera de apenas 30% durante el verano —que cayó a 15% en el centro— reflejan el declive de este municipio de Quintana Roo.
Entre los principales factores que explican la caída destacan la inseguridad, los altos precios y el deterioro de la infraestructura. Los visitantes denuncian cobros excesivos —como latas de agua a 100 pesos—, la falta de transporte digno y el control militar sobre accesos a las playas. A ello se suma la violencia, que ha golpeado incluso a las autoridades locales, con el asesinato del secretario de Seguridad municipal en marzo pasado.
De acuerdo con testimonios, en la zona arqueológica y costera solo es posible acceder a las playas mediante el pago de entrada, pese a ser consideradas públicas. “Las playas están desoladas y bajo control militar”, relata un visitante, quien también denunció tarifas de hasta 800 pesos por trayectos cortos en taxi.
La gentrificación también ha modificado el rostro de Tulum. Mientras avanzan los desarrollos inmobiliarios de lujo, gran parte de la población local vive en condiciones precarias en las periferias. Este contraste ha generado tensiones sociales y un encarecimiento generalizado que expulsa tanto a habitantes como a turistas nacionales.
Pese a los esfuerzos del gobierno federal por impulsar la región con proyectos como el Tren Maya, el nuevo aeropuerto y el Parque del Jaguar, los resultados han sido limitados. Los vuelos al Aeropuerto Internacional Felipe Carrillo Puerto se redujeron hasta 40%, y en redes sociales se multiplican las imágenes de un Tulum vacío.

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