Marvely Garnica comunicadora con 2 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita; una joven con opiniones distintas.
Estudiante de la carrera Ciencias y técnicas de la comunicación, a nada de egresar. Conductora, locutora, reportera, fotógrafa, cineasta. “Soy comunicóloga, le hago a todo. Recientemente se me ha presentado la oportunidad de redactar”.
Rituales sagrados denominados como: Conciertos.
Por Marvely Garnica.
Hoy, me dieron ganas de escribirte, en honor al nombre adjudicado a mi columna, de música, específicamente de la parte que yo más disfruto de ella: Los conciertos, y es que ir a un concierto no es solo cosas de ir a comprar tu boleto, asistir, cantar e irte a tu casa, como si hubiese sido un día normal ¡NO! ¡¿Qué es eso?! Eso no se hace.
Ir a un concierto conlleva a todo un ritual, ritual que inicia desde el momento en el que sabes que tu banda, cantante o artista favorito visitará tu país, estado, ciudad, o que por fin tendrá fecha para tocar, en caso de que tu ídolo (os) sea local.
Una vez que ya sabes la fecha en que podrás verlos, te dispones anotarla en tooodas la paredes, libretas, calendarios y demás para hacerle saber a todo el mundo que la razón de tu vivir se presentará y no puedes esperar a que llegue ese día. Aunque primero hay un “Preámbulo” entre el concierto y tú, y esa es la venta de boletos o la aterradora “Preventa” para cuentabientes de cierto banco, lo que quiere decir que es exclusivo para compras por internet y con tarjeta de crédito, situación que no hace llorar a más de uno y tener que mendigarle a alguien que cuente con dicha tarjeta para que te haga “El paro” de prestártela.
Una vez pasados estos bochornosos y tristes momentos, y en caso de que tus ídolos no sean de los más demandados, ¡Ya tienes tus boletos!, ahora sí, a esperar la fecha tranquilamente.
Cuentas los días, las semanas o incluso los meses, esperando el gran día. Ves tus boletos y te emocionas. Así la vives hasta el día esperado.
Al fin llega la fecha soñada, y la emoción empieza desde el día anterior a causa de no poder dormir. Te levantas, todo es felicidad, comienzas a alistarte y piensas qué te vas a poner para el gran día. Al fin decides y te vas a formar a las puertas del recinto para estar lo más cerca posible de tus ídolos.
Pasan horas y tú sigues de pie esperando. Al fin te dejan entrar y crees que el concierto está por comenzar pero no es así, tienes que esperar mínimo una hora más entre empujones y olores extraños. Las luces se apagan, y la emoción se apodera de tu cuerpo, los empujones, gritos y euforia de los demás se hace cada vez más grande. Las luces del escenario empiezan a encenderse y sabes que el momento por el que esperaste tanto tiempo está a punto de comenzar. Estas listo y no puedes esperar ni un minuto más.
Es una gran noche para ti, cantas, brincas, desafinas, empujas, gritas y terminas afónico. Fue un buen concierto. En tu oído hay un “Biiiiiiiiip” que no cesa. Llegas a tu casa, con dolor de piernas, costillas y garganta.
Cuando llega el momento de dormir, te tiras en tu cama con una sonrisa e imágenes en tu cabeza, sonorizadas por ese peculiar sonido, ese “Biiiiip” que será recuerdo que te acompañará toda la noche recordándote uno de los mejores días de tu vida.
Yo ya compartí parte de mi ritual contigo ahora dime ¿Cómo vives tú los conciertos?
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