El martes 13 de febrero, María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, y su equipo, sufrieron un accidente en la carretera federal 1 en Baja California. De los 11 pasajeros, se registraron 8 heridos y la defunción de Eloísa Vega.
El vehículo en el que se desplazaba la aspirante a candidata independiente a la presidencia de México, era una camioneta Nissan Urvan; uno de los modelos más utilizados para brindar transporte público en el país. De acuerdo con Marco Antonio Lagunas, responsable de la Comisión Coordinadora del Transporte Público (Cocotra), Michoacán cuenta con 4000 unidades tipo Van, de las cuales, 2185 brindan servicio en Morelia.
Si bien, estas unidades son utilizadas en varios países como medio de transporte colectivo, las medidas de seguridad son insuficientes. La organización El Poder del Consumidor (EPC), detalló que la Nissan Urvan no cuenta con Sistema Electrónico de Estabilidad (ESC) que disminuye las volcaduras; algunas no tienen frenos ABS que permiten detener el vehículo a distancias cortas; carecen de cinturones de seguridad y hay versiones sin bolsas de aire.
Una de las situaciones que aumenta el riesgo en las unidades de servicio colectivo, es la falta de una norma que especifique la ubicación de los asientos y los pasamanos. José Trinidad Martínez Pasalagua, líder de la Comisión Reguladora de Transporte (CRT), explicó: “No hay una norma, pero quien los diseña se apoya en la estructura del vehículo para hacerlos seguros”.
El límite de velocidad es una de las medidas que buscan resguardar la seguridad de los usuarios. De acuerdo con un operador de la Ruta Coral, el límite “es el que marca reglamento de tránsito, 30 kilómetros en calles”, aseguró; otro chofer de esta misma corporación, especificó que la velocidad máxima son 50 kilómetros.
No obstante, dicho límite y la realidad que viven los ciudadanos, genera bastante polémica: “En muchas ocasiones llevan gente ya mayor, o niños y frenan mal, o se arrancan rápidamente”, expuso uno de los usuarios del transporte público. Hay quienes creen que la razón por la que conducen rebasando el exceso de velocidad está relacionada con el tiempo que deben cumplir durante el recorrido: “Algunos son muy imprudentes debido a que tienen que sacar un tiempo, entonces, a lo mejor eso también los presiona”, opinó un hombre mientras esperaba la unidad del servicio público.
Otro de los puntos controversiales es el uso de las paradas oficiales. De acuerdo con entrevistas realizadas a usuarios por este medio, hay operadores que se detienen en el lugar que sea, sin importar si es un sitio establecido para ascenso y descenso de pasajeros.
Una de las mayores molestias entre los usuarios corresponde a la capacidad de pasajeros. De acuerdo con las autoridades, la tarjeta de circulación especifica la cantidad; Antonio Lagunas añadió: “Estamos hablando de entre 13, dependiendo hay unidades un poco más grandes, de 13 y 15 pasajeros”, por otro lado, Martínez Pasalagua indicó que la capacidad varia entre 12 y 14 pasajeros.
Tanto el responsable de la Cocotra, como el líder de la CRT, aseguraron que son los usuarios los que deciden abordar, incluso cuando no hay asientos disponibles: “Hay ocasiones en que aún cuando el conductor de la unidad les dice que ya no hay cupo, la gente que lleva prisa se sube”, enunció Lagunas, mientras que Pasalagua explicó que hay quienes dicen: “Si yo quiero ir así, así me voy y listo”.
Según autoridades, en caso de que los operadores permitan el sobrecupo, deben ser infraccionados. Pese a esto, los choferes de las combis suelen permitir el acceso a los ciudadanos, inclusive si el vehículo ya alcanzó su límite, generando disgusto entre las personas que van ocupando un asiento: “Yo creo que se debería respetar la comodidad de los pasajeros porque finalmente se está pagando un servicio por igual”, declaró en entrevista un usuario del transporte público de Morelia.
Si bien, es cierto que para quienes ocupan un asiento es incómodo que otros pasajeros vayan de pie; hay quienes efectivamente, deciden abordar la combi aún cuando eso implique ir parado: “Yo creo que todos sabemos que se va uno de pie muchas veces en las combis”, compartió un entrevistado.
De acuerdo con información de la Secretaría de Seguridad Pública, el año pasado se registraron en Morelia 1126 accidentes donde estuvieron involucrados combis, camiones y taxis. Sin embargo, este dato se contrapone con las declaraciones de Marco Antonio Lagunas y José Trinidad Martínez Pasalagua. “Hay temporadas que no sé por qué hay demasiados accidentes. Recuerdo hace unos cinco o seis meses, en términos de un mes hubo unas cinco o seis unidades accidentadas”, indicó Lagunas; Pasalagua señaló que durante el 2017 sólo se registró un accidente por la salida a Salamanca.
El líder transportista cree que para hacer un análisis del número de accidentes del transporte público, debe considerarse el porcentaje de vehículos que son parte de este sector y las horas que ofrecen el servicio, ya que asegura, el transporte público representa menos del 5% de los vehículos que circulan en Morelia: “15 o 30 accidentes, pues, verdaderamente si haces un análisis pues no es nada”, aseguró.
Una de las zonas más vulnerables de una combi es el asiento trasero, en específico, la parte central. José Martínez, afirma que el riesgo de este asiento se disminuye por un espacio que se deja entre el respaldo y la puerta trasera, manifestó que en los choques que han tenido por alcance, el golpe “no alcanza a llegar el impacto al interior, porque tiene un espacio”.
Durante un accidente vial, el riesgo se incrementa para aquellos pasajeros que se transportan de pie. Al preguntarle a uno de los choferes del transporte público cuál es el punto más vulnerable para los pasajeros durante un choque, respondió: “Pues por alcance, que te llegaran por atrás y tú parado… te agarra todo sueltecito”
Debido a sus escasas características de seguridad, este tipo de camionetas tipo van, concretamente las Nissan Urvan, están prohibidas en la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Japón. Ante esta situación, el responsable de la Comisión Reguladora de Transporte, declaró: “No nomás en Michoacán y no nada más en México. Las usan en Colombia, en Costa Rica ¿dónde más las vimos? en muchas partes, regiones de Sudamérica. Entendemos, pero aquí no hay vehículos adecuados para ello”.
Al preguntar sobre alguna opción que brinde mejores condiciones de seguridad, Pasalagua afirmó que es por cuestiones económicas que no se adquiere un vehículo con mayor calidad: “Una Mercedes nos cuesta un millón de pesos de contado, financiada te sube casi al millón y medio y no los puedes pagar. (…) el transporte público es un ente empresarial, porque tú inviertes para ganar o no sé quién invierta para que se pierda su dinero”, concluyó.
Es así, como en Michoacán y en algunos estados, sobre todo en la zona sur de México, siguen siendo parte del servicio público unidades con poca seguridad que ponen en riesgo a los usuarios, para quienes este tipo de vehículos, considerados ilegales en otros países, representan una de las principales opciones de transporte.
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