De: José Miguel Pérez Pompa
Pocos esperaban algún discurso disruptivo que rompiera con la institucionalidad creada por décadas en la política mexicana, unos ya se ufanaba de que el informe trimestral del Presidente Andrés Manuel López Obrador sería el preámbulo de una posible dictadura y pronto se ponían la playera de futuros redentores de la democracia ante el “desastre”.
Otros tantos aguardaban a que se aceptara el “error” de no contraer deuda con algún organismo internacional como el FMI, incluso en su momento se adelantaron a proponer risibles cuestiones como las de evitar el cobro de impuestos, contribuciones y pago de derechos, cuestión que se antoja materialmente imposible para el país, por último, los más desequilibrados hasta su renuncia pidieron.
La verdad es que el informe trimestral que realizó el presidente Andrés Manuel López Obrador estribó en la reiteración de las políticas del gobierno de la Cuarta Transformación y en la ahora necesaria reducción de los gastos de la Administración Pública Federal, lo que significa abrocharse el cinturón ante la crisis. Fue una reiteración, sí, porque ha sido el encuentro con la base social que por décadas fue ignorada y que descubrió la esperanza de cambio en sus propuestas de campaña, ahora ratificadas en el ejercicio del gobierno.
Iluso sería pensar que ante el reto tomado por el presidente Andrés Manuel López Obrador de cambiar el régimen político que imperaba en el país, recule ante las exigencias de la oposición basadas en las recetas del libro de ese régimen que se desea cambiar.
Se destacan obviamente aquellos programas prioritarios del gobierno federal, los mismos que la oposición exclamaba que se cancelarán ante la contingencia sanitaria, así como otras acciones de gobierno, por ejemplo; el anticipo de cuatro meses en apoyos de Gobierno para ocho millones de adultos mayores, el pago de 10 millones 500 mil becas destinadas a estudiantes de todos los niveles escolares, los 356 mil créditos entregados a pequeños empresarios, la construcción de las 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, la conclusión de 80 hospitales, los informes diarios a la población frente a la pandemia del Covid-19, la continuación del programa Sembrando Vida, la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, la rehabilitación de 6 refinerías así como la construcción de la de Dos Bocas y la aprobación de la reforma al artículo 4 de la Constitución para otorgar por mandato de ley las pensiones a los adultos mayores, personas con discapacidad y becas a estudiantes con escasos recursos económicos.
Toma especial relevancia las propuestas realizadas por el presidente, al referir que se utilizará como medida para reactivar la economía, el no aumento del precio de los combustibles, el aumento a la inversión pública para infraestructura y construcción, mayor disminución al pago de espacios informativos e incluso la disminución de los salarios de los funcionarios públicos de primer nivel, así como la donación de su aguinaldo.
Las perspectivas están puestas sobre el éxito o fracaso del plan para reactivar la economía que acompañará la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, más importante aún cómo lo vivirán cada uno de los sectores que componen la sociedad mexicana, cuestiones que llevan una vez más a refrendar la esperanza.
“No nos robaron la Esperanza antes, menos ahora”.
AMLO
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