Augusto Romero
Politólogo y catedrático universitario.
Que Silvano Aureoles -así como lo hicieron a nivel nacional “Los Chuchos”- precipitó la ruina del PRD en Michoacán no es ningún secreto, aunque ahora el ex gobernador apuesta a la desmemoria y llama al perredismo a la unidad en torno a un supuesto proyecto de nación -el suyo, por supuesto-; esa unidad que olvidó en el proceso electoral del 2021 cuando repartió las candidaturas entre sus más cercanos, y desmanteló a fuerza de imposiciones al interior del partido que no fue lo mismo después de su divorcio con ADN, la tribu que lideraba Carlos Torres Piña.
Con ese mismo talante de intolerancia y autoritarismo pretende Octavio Ocampo alzarse entre los escombros del sol Azteca y erigirse cómo dirigente del PRD, investidura que le ha quedado grande, ya que ahora en el Comité Directivo Estatal, como antes en el Congreso del Estado, sigue siendo un empleado del ahora desempleado Silvano Aureoles; es decir, un reyezuelo sin trono.
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Resulta que ahora que el nini de Silvano anda en tierras michoacanas para reconstruir lo que él mismo destruyó, Octavio Campo se ha envalentonado y a fuerza de amenazas pretende que sus diputados y presidentes municipales le obedezcan a rajatabla, pasando incluso por encima del compromiso que en su calidad de representantes populares deben cumplir con la gente de sus municipios y distritos.
El reyezuelo sin trono ni reino ha lanzado amagues a los legisladores de su partido, amenazándolos incluso con expulsarlos si votan a favor del presupuesto 2023 propuesto por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.
Octavio Ocampo, quien votó a favor de los presupuestos de Silvano que crearon nuevos impuestos y que endeudaron al estado con más de 4 mil millones de pesos, ahora se opone a que los legisladores de su partido aprueben el paquete económico de Alfredo Ramírez Bedolla, a pesar de que éste no contiene nuevos impuestos ni nueva deuda, y que, al contrario, aumenta recursos a fondos como el Fortapaz y el FAEISPUM que benefician directamente a los municipios.
Además, el empleado del nini también pretende presionar a presidentes municipales del PRD para que el año que entra no suscriban el convenio para participar en el Fortapaz, lo que implicaría que, por un capricho político, los municipios que le hagan caso a Octavio Ocampo no obtendrían recursos para fortalecer su seguridad con equipamiento, patrullas, capacitación policial y prevención del delito.
Bajo la sombra de Silvano, y la dirigencia de su empleado Octavio Ocampo, el PRD parece alejarse más de la reconciliación con los ciudadanos, porque sus posturas lejos de afectar al gobierno bedollista, confrontan a sus diputados y alcaldes con la ciudadanía; dicho de otra manera, los “líderes” perredistas son una oposición de papel, solo escupen para arriba y se derrumban bajo el peso de su propia excecrencia.