“El peor analfabeto es el analfabeto político. El que no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El que no sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado o de las medicinas, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe el imbécil, que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Bertolt Brecht (1898-1955). Cuánta razón tiene su pensamiento.
La sociedad organizada tiene el poder sobre el poder, la que le puede dar esa directriz que el pueblo o un país necesita, pero nos absorbe la ignorancia, la pereza, el egoísmo, el conformismo; soy un borrego y no me importa que me quites mi lana, que solo le sirva a unos cuantos y que de ella hagan un gran negocio lucrativo para que al final el jodido siga siendo jodido, el borrego sumiso.
Peor aún es que conocemos de la situación en la que nos encontramos pero callamos. “El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal”.
Cada día hay más marchas, plantones, ciudadanía exigiendo sus derechos y estas han subido de tono, con bloqueos de avenidas, quemas de carros, grafitis en monumentos, etc. ya que están hartos del abuso de las autoridades, del mal gobierno, pero lo peor es que trabajan de forma independiente; un ejemplo, hoy los profesores se manifiestan, los alumnos se quejan por la manifestación, al día siguiente los estudiantes se manifiestan y los profesores se quejan. Lo que falta es organización y concientizarnos como ciudadanía, me quejo porque me afecta, están violentando mis derechos, porque son unos porros, unos vándalos, pero cuando yo tengo un problema con las autoridades o con las instituciones gubernamentales es cuando sentimos el dolor, cuando quiero partirle la madre al Gobierno, cuando grito y me revuelco pero nadie me hace caso; al rato ese porro, ese maestro, ese asalariado, etc. puede ser tu hijo, puede ser tú, pidiendo un mejor salario, un trabajo, un buen trato, diciendo ya basta de tanto abuso, etc. y vas a luchar, afectar los derechos de terceros y no te va importar.
Todas estas reacciones de intolerancia aumentan en la medida en la que los poderes públicos cierran de forma autoritaria los canales de expresión. Porque, cada vez es más el recorte de derechos y libertades individuales, al adelgazamiento del estado de derecho. Y esta violencia institucional puede dar lugar, por supuesto, a reacciones más violentas por parte de la sociedad civil”. El gobierno no detendrá su violencia, el gobierno jamás detendrá la corrupción, porque el gobierno es la corrupción. Las manifestaciones se han ido a los extremos sencillamente porque el gobierno las ha generado, porque una marcha pacífica o plantón, pasa desapercibido. Es como la gripe, que cada vez se hace más inmune a los medicamentos, tienes que ingerir otros de más amplio espectro o dosis más elevadas. Porque es un virus que solo hace daño y busca su confort que puede ocasionarte la muerte; así es el mal gobierno, solo busca dejarnos más pobres, solo busca solucionar sus intereses personales y jamás intereses colectivos o sociales.
Debe de existir una cierta empatía como sociedad que somos “Algo así como: no me gusta, pero por otro lado los entiendo”. Sabemos que hay organizaciones o grupos que exageran, pero llamarlos porros, piojosos, mugrosos, o mentarles la madre, eso no cambia tampoco nada, si todos en este tablero de ajedrez somos borregos, tenemos que actuar juntos hacia una misma dirección, es hora que la juventud tome el impulso y los adultos marque la directriz. Pero es triste tener una gran borregada joven alejada de todo esto, el desinterés social. El mismo Aristóteles definió al ser humano como un “zoon politikon”, esto es, un animal político.
Por eso “Las revoluciones se producen en los callejones sin salida”. Y esos callejones los construye el mal sistema político que tenemos. “Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”.
Tenemos que gritarle a los Gobernantes o a la Clase Política “Esos que pretenden, para reformarnos, vencer nuestro instinto criminal, que nos den primero de comer. De moral hablaremos después. Esos que no se olvidan de cuidar nuestra formación, sin que por ello dejen de engordar, escuchen esto: por más que le den vueltas, primero es comer, y después de hartos ¡venga la moral!”
Debemos de parecernos “al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo como era su casa”. Así de sencillo. “Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica”. De qué sirve pedir la salida de un funcionario, si no se dice nada de quien lo puso o lo solapa. Es por eso que “La historia ama las paradojas”.
“Si la gente quiere ver sólo las cosas que pueden entender, no tendrían que ir al teatro: tendrían que ir al baño”.
Este es el momento de reflexionar seriamente sobre la verdadera experticia que es necesario acreditar y, fundamentalmente, los deberes que deberían encarnar los encargados del gobierno de la cosa pública. No seas de esos esclavos del silgo XXI que solo se colocan los grilletes.