Por: Teresa Da Cunha Lopes
Si hay un campo que hay que redefinir, desde su concepto pasando por las estrategias, es el de seguridad nacional, tanto en la era del Covid 19, como en les período post pandemia.
El confinamiento nos ha permitido “ganar” tiempo pero no la “guerra”. Los frentes son múltiples y diversos: crisis sanitaria, espiral de depresión económica, bajada a los infiernos de la violencia. Violencia organizada, violencia doméstica , de género, violencia social y violencia reivindicativa. Los monstruos cruentos de los radicalismos de derecha y de izquierda se despiertan.
Los liderazgos que permitirían explorar el momento para unir, para una sinergia de fuerzas, para una creatividad de acciones , están en déficit.
El virus se comporta como una “célula terrorista” y, las células terroristas, el mercado negro, el crimen organizado son predicadores naturales “aliados “del virus, en una lucha por territorios, mercados, control de poblaciones . Para ellos “ganar” significa mantener a todo costo la crisis, alimentar los miedos.
Para nosotros “ganar” significa dotar a la ciencia de herramientas financieras para encontrar una terapia, analizar los datos masivos globales referentes a los mecanismos de transmisión del virus. Crear sistemas de respuesta sanitaria eficientes en un tiempo acotado . Mantener funcionando los soportes esenciales de las sociedades modernas, desde la producción, hasta el mercado, desde la información hasta la educación. Desde el distanciamiento social hast los órganos políticos y constitucionales. Desde la seguridad pública hasta la seguridad nacional.
Enumero lo que tenemos que hacer, no tengo soluciones propias. Ningún individuo las tiene. Pero, colectivamente nunca , en otros momentos históricos, tuvimos tantos instrumentos y tantos recursos humanos calificados.
Sé que grupos e individuos altamente especializados han trabajado estas cuestiones por años . De paso recomiendo al lector de esta columna leer algunos autores, que saben sintetizar ideas complejas en un lenguaje accesible para las personas que, como yo no son “científicas”, tales como Harari y , en particular, a Jared Diamond ( ver : “Armas, gérmenes y acero” o bien, su “Crisis: Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos”).
O sea, hoy por hoy, hablar de seguridad nacional implica superar los impactos de un virus, erradicar células terroristas, desmantelar redes de desinformación con sus fábricas de fake news alimentadas por bots, reducir los espacios de maniobra al crimen organizado . Asegurar el funcionamiento de los órganos constitucionales , de los mercados financieros y, no lo olvidemos, crear las condiciones para realizar procesos electorales limpios y seguros. Diría mi abuela: la “cuadratura del círculo”.
Pero la naturaleza profunda de las amenazas globales y, por ende nacionales, nos plantea que se podemos reducir sus efectos, pero casi nunca eliminar. Mucho menos sin voluntad política de consensos, de amplios consensos y, respeto por las libertades individuales y garantías constitucionales. Lo que ni siempre es posible sin desvíos, nunca sin alianzas y, menos con enfrentamientos sociales alimentos por los populismos.
Dotar a las personas con los recursos( la información) para reconocer y evitar peligros, sobrevivir al trauma emocional, económico ,familiar, educativo , y adaptarse a nuevas circunstancias y actitudes en lo socia, son niveles obligatorios de las estrategias en el mediano y largo plazo.
El semáforo rojo, amarillo o verde no debe estar solamente calculado sobre el número de camas ocupadas en los hospitales y, por el número de muertos, sino también en base a la ocupación, a la inflación, al abasto, a la seguridad pública , a la confianza .
Ahora bien, esto obliga a repensar la participación de los ciudadanos y de las organizaciones en una reflexión colectiva sobre la seguridad nacional y, también como consecuencia natural , sobre la seguridad global.
Vivimos en una era de soberanías funcionales, no absolutas. En una era en que lo local es global y viceversa. Pensar la seguridad nacional no debe, por ende , llevarnos a una militarización del cotidiano y, mucho menos a una concentración de las decisiones en círculos políticos-militares altamente concentrados y, aislados de la sociedad, de la nación. Al revés, debe ser ciudadanizado , fundamentado en información- misma producida por la ciencia- flexible y, siempre dirigida a asegurar bienestar y libertades. Contrariamente a las guerras con sus operaciones militares, las pandemias – el Covid 19 no es una excepción – ponen en riesgo la seguridad y el bienestar de la población mundial.
Las respuestas tienen que estar integradas dentro de la política de seguridad nacional y, esta dentro de los objetivos de la seguridad global. Es a esto que nos referimos que , el mundo tal como lo “conocemos nunca será el mismo”, o sea el mundo post segunda guerra mundial.
Será un mundo más complejo, un mundo más interesante, con mayor cooperación internacional en diversas áreas estratégicas. Un mundo post Covid 19 en que la ciencia es una cuestión de seguridad nacional , pero en que la información, en particular científica, tiene que fluir con mayor libertad.”
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