México. – En Tizimín, Yucatán, se han reportado varios casos de perros intoxicados debido a lamidos o mordeduras de sapos.
Los medios locales indican que estos incidentes han sido frecuentes en las últimas semanas, y las redes sociales han señalado una aparente proliferación de sapos en la región.
Aunque no todos los sapos son venenosos, algunas especies, como el sapo gigante (Rhinella horribilis) y el sapo costero (Incilius valliceps), presentes en Yucatán, pueden secretar toxinas peligrosas. Estas sustancias se producen en glándulas específicas de los sapos y son irritantes para los depredadores.
Las toxinas, como bufodienoles, bufotoxinas y catecolaminas, pueden afectar el corazón, el sistema nervioso y causar efectos alucinógenos. En los perros, el contacto con las secreciones de sapos puede llevar a intoxicaciones graves y, en casos extremos, a la muerte en cuestión de minutos.
Las intoxicaciones por sapos no son comunes, pero suelen ocurrir más frecuentemente en primavera y verano. La UNAM señala que las glándulas de los sapos secretan toxinas que pueden ser extremadamente dañinas para los animales, especialmente cuando entran en contacto con las mucosas de la boca.