Tal parece que el recordatorio que hizo esta semana el New York Times al Gobierno Federal que encabeza Enrique Peña Nieto caló hondo, porque la postura oficial a través del titular de la Secretaría de la Función Pública no se hizo esperar.
Virgilio Andrade Martínez salió en la defensa del Gobierno de la República y dijo que el compromiso permanente de este gobierno es “dar la cara” y sobretodo, rendir cuentas sobre las acciones que realizan en beneficio de los mexicanos.
No dudamos de las buenas intenciones de la Federación, ya que desde la concepción del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, una de las metas naciones que se planteó fue el combate a la corrupción y el fomento de una mayor rendición de cuentas, orientado a la consolidación de una democracia plena.
Además que también se comprometió a través de este documento a la consolidación de un gobierno que sea productivo y eficaz en el logro de sus objetivos, mediante una adecuada racionalización de recursos, el reconocimiento del mérito y la reproducción de mejores prácticas y la implementación de sistemas de administración automatizados
Adicionalmente, México se ha subido a la oleada del Gobierno Abierto, lo que ha llevado a la modificación del sistema, por lo menos de acceso, con la finalidad de poner a la disposición del público la información que considere pertinente.
En este sentido, observamos dos dinámicas totalmente encontradas; por un lado un Gobierno que promueve la accountability o rendición de cuentas y por el otro, un gobierno que todavía construyen realidades alternativas para evitar exponer la verdad (ejemplos tenemos muchos, incluso algunos se han autodenominado verdades históricas).
Este choque de trenes o de realidades está empujando al Gobierno Federal a un aumento del descrédito de sus acciones y por tanto, la legitimidad y/o popularidad de sus actores, situación por la que tendrían por lo menos que empezar a preocuparse los “candidateables” para el 2018.
Rendir cuentas es sólo el último tramo de la gestión gubernamental, ya que el proceso inicia desde el diseño de las políticas que se implementarán porque es en esta etapa donde se define el curso de acción a seguir, los involucrados, los recursos que se invertirán y los mecanismos de control para medir el logro de objetivos.
Rendir cuentas es un mecanismo inherente también al proceso democrático, por lo que si no se garantiza el acceso libre a los datos del gobierno el ciudadano se encuentra en desventaja para tomar decisiones con información completa.
La posición, hasta cierto punto, reaccionaria que ha asumido el Gobierno Federal a través del titular de la Función Pública nos muestra también que el interés se encuentra mayormente en la formación de la opinión pública y no en atender el fondo del problema.
Apunte: La ausencia de rendición de cuentas es una característica que permea también en otros Poderes y Entidades Públicas, ¿Cuántas veces no hemos escuchado en el estado que las instituciones están en crisis y requieren subsidios pero nunca nos dicen cómo se gastan los recursos?
@panopticomx