Morelia, Michoacán. – El reciente registro de la marca comercial “K’UINCHEKUA, La Fiesta de Michoacán” ha desatado un debate sobre el papel del gobierno del estado en la promoción de la cultura.
A pesar de ser presentado como un evento que celebra las tradiciones de la región, diversos actores han señalado que la función del gobierno se ha reducido a ofrecer un “circo” en lugar de una verdadera expresión cultural.
El titular de la marca registrada, respaldado por la Secretaría de Cultura del Estado (SECUL), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Turismo del Estado (SECTUR), ha sido acusado de explotar comercialmente el patrimonio cultural de los pueblos indígenas. Estas instituciones, cuya misión debería ser la protección y preservación de la cultura, se encuentran involucradas en un modelo que favorece a empresas turísticas locales, nacionales e internacionales, en lugar de priorizar la autenticidad y el respeto por las tradiciones.
Según la Real Academia Española (RAE), un espectáculo es una función o diversión pública celebrada en lugares como teatros o circos, mientras que la cultura se define como el conjunto de modos de vida, costumbres, conocimientos y desarrollo artístico, científico e industrial de un grupo social en una determinada época.
El debate sobre la comercialización de la cultura indígena sigue creciendo, mientras crece la preocupación sobre el futuro de estas tradiciones en un contexto donde prevalecen los intereses turísticos.