Este pasado jueves 30 de abril, murió el muy importante cantautor Oscar Chávez, también conocido como “El Caifán Mayor”, actor, director de teatro, poeta e interprete que a bien fue compartido por diferentes generaciones, como aquellas que lucharon en el ’68 contra la represión sistemática de Díaz Ordaz, aquellas que tenían esperanza de un cambio en el ’88 o hasta en el 2000, indudablemente también aquellas generaciones que han acompañado al presidente Andrés Manuel López Obrador durante el rocoso camino hacia la Cuarta Transformación. Siempre crítico del gobierno en turno, escéptico de la izquierda electoral en México, aliado asiduo de los indígenas en resistencia, espinoso contra la política y políticos neoliberales, Oscar Chávez deja basto legado a las diferentes generaciones que lo vieron, escucharon, leyeron y hasta se formaron políticamente con él.
En una de sus “parodias neoliberales” resumió lo que por bastantes años sucedía y sucedería en México, la manera en la cual transcurrió el periodo neoliberal junto con sus tecnócratas, hoy responsables de la lastimosa situación actual, en ese entonces, con un anuncio que puso en venta a nuestro país resumiría el quehacer político y las decisiones que llevarían al pueblo al desastre del que se intenta salir actualmente.
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Sí bien en ese periodo de referencia, el neoliberalismo en México logró completar una serie de objetivos importantes dentro de la estructura política y económica en el país, es decir, logró la venta de su tripa y sus costales, como parodiaba Oscar Chávez, no consiguió así la venta del corazón, lugar donde reside la esperanza que eleva su precio a un nivel más alto del valor cambiario, la dignidad.
Dignidad con la cual, más de treinta millones de personas decidieron quitar ese anuncio casi permanente por medio del cual se ofertaba la venta del país, con sus políticas, donde se vendían sus ancianos y sus niños, sus males y placeres, sus hombres y mujeres, la cercanía y la distancia, el horizonte de su infancia, los sueños de sus cielos y el último suspiro del abuelo.
Hoy, ya quitado ese anuncio de venta, no faltarán los intermediarios que quieran hacer recapacitar a la sociedad en general, que eso no es lo mejor, que sigue siendo necesaria, al menos para sus intereses, la venta del país en todas sus partes, en todas sus personas, en su seguridad, en su salud, en su educación, en sus recursos naturales, en sus vidas, en su medio ambiente y dicho eso, cabría la posibilidad de preguntarle a toda la sociedad, si les gustaría que se pusiera en venta el país de nuevo, adelantado por supuesto conoceríamos la respuesta de Oscar Chávez.
“…Se vende mi país, se vende en frio Lo único que tenía que era mío Yo no lo vendo no, porque lo quiero Yo no lo vendo no, mejor me muero…”
-Oscar Chávez Fernández
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