PIA.- A pocas horas del cierre de presentaciones más de 40 países solicitaron sumarse a la flamante entidad bancaria que apunta a crear una nueva arquitectura financiera por fuera de organismos tradicionalmente dominados por Washington. Pese a las críticas de la Casa Blanca, Suiza, Austria, Corea del Sur y Australia se unieron la semana pasada a la iniciativa liderada por Pekín, sumándose a la lista de tradicionales aliados de Estados Unidos, como Reino Unido, Alemania y Francia.
Antes del cierre de presentaciones, el 31 de marzo, más de 40 países confirmaron su incorporación al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Con un capital inicial de 50 mil millones de dólares provistos por China y otros 50 mil millones de prestamistas privados y otras instituciones, la nueva entidad financiera ofrecerá apoyo a los proyectos de infraestructura en Asia y se establecerá formalmente a finales de 2015.
El fin de semana, Rusia, Brasil, Holanda, Australia y Dinamarca presentaron su solicitud poco después de que lo hicieran Georgia, Turquía y Corea del Sur. Antes confirmó su decisión Suiza, siguiendo los pasos de Reino Unido, Alemania, Italia y Francia. Si todos los miembros existentes aprueban sus solicitudes, se convertirán en miembros fundadores del BAII a mediados de abril.
En octubre de 2014, el presidente chino Xi Jinping, propuso la nueva entidad financiera con el objetivo de promover la interconectividad y la integración económica en Asia a través de proyectos de financiación de transporte, energía, telecomunicaciones y otras infraestructuras – entre los proyectos más urgentes figuran ferrocarriles que unan la sureña provincia de Yunnan con todo el Sureste Asiático, puertos en Indonesia, Pakistán y Sri Lanka-. Por entonces, sólo 21 países firmaron el memorando de entendimiento para la creación del BAII.
La presión ejercida desde el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, tras el argumento de “bajos estándares” de la nueva institución, evitó en aquel momento la adhesión de los tradicionales aliados en la región de la Casa Blanca, como Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Pero el anuncio de adhesión del Reino Unido el 13 de marzo pasado, impulsó a la mayoría de los aliados con intereses en la región asiática a sumarse a la iniciativa liderada por Pekín bajo el pretexto de influir en su fundación.
Según los impulsores de la nueva entidad, el objetivo no es complementar a su principal rival, el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) dominado por los intereses de Tokio y Washington, sino desafiar sus políticas y su sistema burocrático. Además, se presenta como una alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), también bajo la órbita del Departamento del Tesoro estadounidense.
Sin embargo el BAII es una importante herramienta geoestratégica del gigante asiático vinculada a otros proyectos como el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, una impresionante infraestructura que conectará China con Asia Central, Oriente Medio y Europa Occidental.
En este sentido, la nueva iniciativa implica un gran desafío para los intereses de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico, donde la potencia norteamericana aspira a consolidar por su parte el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), en vistas de “contener” a Pekín con quien disputa por conservar la hegemonía global.
Cabe destacar que entre el 2000 y 2008, el comercio internacional de China creció cuatro veces, desplazando a Estados Unidos en el liderazgo del comercio mundial. En la actualidad, la potencia asiática se ha convertido en el mayor socio comercial para 124 países, mientras que la nación norteamericana sólo se constituye como tal en 76 Estados. Se espera que en un plazo máximo de diez años, el yuan se ubique sobre el dólar como la gran moneda de intercambio comercial.
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Fuente: PIA