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Una breve historia desde la peste negra hasta el Covid-19
Vandari M. Mendoza
Primera Parte
Más allá del determinismo tecnológico
En los últimos años, el papel de la tecnología en las pandemias ha sido un tópico recurrente en la opinión pública y en los espacios de discusión académica. La pandemia de coronavirus ha venido a refrescar un campo de estudio y reflexión que mantenía varios temas en estado latente. Por ejemplo, hemos visto resurgir los debates sobre la legitimidad de las patentes de invención —el instrumento jurídico que apareció formalmente desde el siglo XIX para proteger los derechos de los inventores de nuevas tecnologías e incentivar la innovación—, dado que se ha cuestionado la validez moral y la justicia social de resguardar las nuevas vacunas contra el Covid-19 con una patente, lo que generaría monopolios o privilegios exclusivos sobre ideas y conocimientos técnicos que pueden significar la salud y la vida de millones de personas, produciendo ganancias económicas a costa de la tranquilidad y el bienestar de la humanidad en su conjunto.
En esta ocasión, sin embargo, no les hablaré sobre los debates que se han suscitado con las patentes de invención, sino sobre la relación de la tecnología con tres de las enfermedades pandémicas más importantes que han asolado a la humanidad en distintos momentos de nuestra historia. Me refiero, específicamente, a
• La peste negra o peste bubónica que produjo varias pandemias, la primera de ellas en el siglo VI, pero especialmente las ocasionadas en los siglos XIV, XVII y XIX.
• La gripe o influenza española que apareció en 1918 y ocasionó una de las pandemias mas devastadora en la historia de la humanidad.
• Y la nueva cepa de coronavirus que apareció en 2019, originando una pandemia que todavía nos afecta de manera considerable en este 2022.
No explicaré cada una de estas pandemias de manera específica, mas bien haré alusión a estos grandes eventos al abordar los dos temas centrales de esta colaboración. A saber: la tecnología como “causa” de las pandemias y la tecnología como “solución” a las pandemias. Antes de seguir adelante, es importante realizar algunas definiciones básicas sobre lo que son las pandemias y sobre la manera como entendemos el papel de la tecnología. En primer lugar, las pandemias son eventos donde una enfermedad se transmite de manera masiva, superando las fronteras de los países y continentes, a diferencia de las epidemias que están focalizadas a un país o una región. Además, retomando las ideas expresadas por la Dra. Ana María Carrillo, las pandemias deben ser comprendidas como fenómenos complejos donde intervienen las relaciones sociales y humanas con el medio ambiente.
Por otra parte, también considero necesario establecer con claridad el rol que desempeña la tecnología en las pandemias desde una perspectiva no determinista. Al respecto, me gustaría despejar, hacer a un lado, las ideas deterministas que muchas veces merodean la mente cuando se aborda un tema donde la tecnología tiene un papel crucial; no sólo cuando se trata de eventos catastróficos como las pandemias, sino en muchas otras expresiones de la realidad. En este sentido, diversos investigadores sociales (antropólogos, sociólogos, filósofos e historiadores) con justa razón han cuestionado al denominado “determinismo tecnológico”; lo han criticado porque no es una forma correcta de entender y explicar las relaciones entre la tecnología y la sociedad.
El determinismo tecnológico es la extendida creencia de que los artefactos (y la tecnología en general) son los agentes más poderosos que definen, para bien o para mal, el curso de los sucesos humanos o el rumbo de las sociedades. En esta clase de pensamiento, por tanto, existe una gama de expresiones que va desde un extremo optimista hasta otro pesimista. En el extremo optimista se concibe al desarrollo tecnológico como la fuerza principal que produce la riqueza, la independencia, el crecimiento y el bienestar de las sociedades. Esta idea, además, se proyecta al futuro con la expectativa de un progreso constante que conducirá a la humanidad hacia su felicidad material. Mientras tanto, en el extremo pesimista del determinismo tecnológico, el desarrollo de la tecnología se concibe como la causa esencial de los males que aquejan a la sociedad. Esta noción también se proyecta hacia el futuro, pero en este caso con escenarios funestos o apocalípticos donde ocurrirá una constante degradación de la humanidad o su destrucción total.
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Estas ideas también las podemos conceptualizar como posturas tecnófobas y tecnófilas. La tecnofilia entonces, es la visión optimista, de los amantes de la tecnología, que confía en el desarrollo tecno-científico como la panacea o la medicina que resolverá todos los males que aquejan a la sociedad. Mientras tanto, la tecnofobia es la visión pesimista, aborrecedora y hostil, que ve en la tecnología la causa de todos los males sociales. Una visión que también está muy extendida en la cultura popular y que podemos encontrar en la literatura, en el cine y en la opinión de personas que buscan una vida totalmente apegada a la naturaleza.
Así, cuando se analiza un fenómeno natural y social como las pandemias, es muy común que nos encontremos con distintos matices de ambas visiones antitéticas y deterministas de la tecnología. Sin embargo, más allá de la existencia de estas posturas antagónicas, lo cierto es que en las últimas décadas los científicos sociales han realizado un enorme esfuerzo para generar explicaciones más reflexivas, equilibradas y realistas sobe el papel de la tecnología en los acontecimientos sociales y viceversa.
A grandes rasgos, estos esfuerzos se han producido desde la perspectiva teórica que se denomina Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS por sus siglas), que desde la década de 1970 ha generado un pensamiento crítico sobre la naturaleza de la tecnología para superar las explicaciones deterministas, entendiendo que el desarrollo tecnológico no es una fuerza autónoma sino una fuerza integrante de los procesos sociales. Es decir, es un elemento constitutivo de una red compleja de ideas, decisiones, valores, prácticas, conocimientos y objetos que al momento de interactuar originan los fenómenos sociotécnicos.
De este modo, siguiendo los planteamientos constructivistas del enfoque teórico CTS, ahora sabemos que la relación entre la tecnología y las pandemias no puede ser unidireccional ni mono-causal. No es correcto considerar que la tecnología originó las pandemias (pero si puede considerarse como parte de sus causas), como tampoco es adecuado pensar que la tecnología ha resuelto todos los problemas pandémicos (aunque, ciertamente, ha influido de manera importante en su solución). Así, pues, debemos considerar a la tecnología desde un punto de vista más equilibrado y reflexivo.
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