Por Redacción Expresso
Morelia, Michoacán a 19 de Octubre de 2015.-¿Y si pudiéramos elegir entre 10 series de abdominales y una pastilla con los mismos efectos? 10 kilómetros corriendo, una clase despinning… o 500 miligramos de principio activo. No es ciencia ficción, es casi una realidad, para algunos científicos. Dicen que puede llegar al mercado en unos años. Aunque no todos opinan igual.
Los científicos están desarrollando una píldora del ejercicio. Sí, como lo oye, se trata de conseguir los mismos efectos que tiene el deporte en el cuerpo pero sin entrenar, sin sudar, en definitiva, sin levantarse del sofá. Ya están los tumbadictos dando saltos, perdón, bostezos de alegría. Y los demás, amantes de las carreras de fondo, maratonianos empedernidos, sudópatas reconocidos, sonríen a medio gesto y piensan: “Demasiado bueno para ser verdad”.
La idea viene avalada por equipos de investigación de las universidades de Sydney y de Copenhague, que examinaron el músculo esquelético de cuatro hombres sanos a los que se les practicó una biopsia muscular antes del ejercicio (10 minutos de bicicleta estática) y después. El análisis dio como resultado que el ejercicio producía más de 1.000 cambios moleculares en los músculos esqueléticos, resultando en sus conocidos beneficios. “¿Y si hiciéramos una pastilla que produjera esas alteraciones moleculares?”, plantean los investigadores. Sería como tragarse con la ayuda de un vaso de agua una clase de zumba en solo medio segundo.
“El estudio hace referencia a muy pocos sujetos, lo cual da escasa fiabilidad a la investigación. Por otro lado, explican que una sesión de ejercicio intenso registra más de 1.000 cambios en las células musculares; si variamos intensidades, duraciones y orientaciones del ejercicio, los cambios serán diferentes, multiplicando las variables posibles. Reproducir todos esos efectos en una píldora me parece, hoy por hoy, imposible”, comenta, escéptico, Ángel Merchán, director de la empresa de entrenamiento personal Homewellness. De opinión similar es el doctor Ángel Durántez, especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte y director de Neolife, clínica de medicina preventiva antiedad. “Un estudio sobre cuatro personas es irrelevante, una puesta en escena de los investigadores en los medios”, dice.
Una sesión de ejercicio intenso registra más de 1000 cambios en las células musculares; si variamos intensidades, duraciones y orientaciones del ejercicio, los cambios serán diferentes, multiplicando las variables posibles
Ángel Merchán, director de la empresa de entrenamiento personal Homewellness
Cuesta creer que una pastilla pueda tener los mismos efectos que un entrenamiento deportivo, pero el profesor Andreu Palou, catedrático y director del Laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnologíade la Universidad de las Islas Baleares y del programa nuevas estrategias y biomarcadores delCentro de investigación biomédica en red sobre fisiopatología de la obesidad y nutrición, nos explica que “el ejercicio produce una serie de efectos en diferentes tejidos y órganos; en particular en el músculo. Estos tejidos reaccionan produciendo unas moléculas o modificando otras existentes, que ejercen su acción, bien en el mismo tejido, bien en sitios del organismo más o menos distantes. En hipótesis, si llegamos a conocer la mayoría de las moléculas que se producen o se dejan de producir en cada tejido u órgano en respuesta a un determinado tipo de ejercicio, podemos pensar en intervenir administrándolos apropiadamente”.
“El ejercicio es la terapia más potente para muchas enfermedades,diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y trastornos neurológicos”, afirma el profesor David James, del grupo de investigación que emprendió el estudio. “Sin embargo, para muchas personas, no es viable. De ahí que buscar un fármaco que imite los beneficios del ejercicio sea algo más que un capricho”.
“Durante mucho tiempo los científicos hemos sospechado que el ejercicio produce una complicada serie de intercambios en los músculos humanos, pero esta es la primera vez que hemos podido trazar exactamente lo que sucede”, dijo en un comunicado Nolan Hoffman, uno de los autores del estudio e investigador asociado en la Escuela de Biociencia Molecular de la Universidad de Sydney. “Este es un gran avance, ya que nos permite utilizar esta información para diseñar un fármaco que imite el verdadero intercambio beneficioso causado por el ejercicio”, concluyó.