Veo los videos de los bombardeos en Siria y todos debaten quién ganará, ¿Rusia o Estados Unidos?; en vez de preguntarse qué o quién les da el derecho de atacar un país que no es suyo, de determinar cómo usar su petróleo y cuántas vidas se pierden en el proceso. Añadido a esto, los países involucrados nos dicen que lo hacen para salvar a los civiles de los terroristas, que lo hacen por la paz, es como si dijeran que ellos (Francia, Estados Unidos y Reino Unido) son la medicina que el mundo necesita.
Creemos que la situación es lejana y completamente ajena a nosotros, después de todo, México está muy lejos de Siria, ¿no? Pero olvidamos o preferimos ignorar que no es necesario mirar tan lejos; que las situaciones que creemos sólo pasan en otros lugares no ocurren aquí, cuando empresas extranjeras hacen cuanto quieren con nuestros recursos. Vemos a los canadienses y los admiramos por su inmejorable calidad de vida y porque tienen un primer ministro por el que nuestras diputadas y cenadoras hacen fila para sacarse fotos, cuando empresas canadienses hacen minas y se aprovechan de que aquí las leyes sean más de su conveniencia. Dejamos que despojen a los comuneros de sus tierras, que los dejen sin agua, ¿por qué? Porque no nos pasa a nosotros.
Supongo que por eso nos es difícil sentir empatía por los civiles que mueren en los bombardeos de un país lejano, sino somos capaces de ver o sentir algo por lo que pasa en el país que en teoría nos pertenece, ¿cómo podríamos sentir algo por los otros?
Y es que ya ni nos sorprende, durante décadas nos han enseñado que las cosas pasan por algo, en vez de pensar que hay cosas que no deben pasar bajo ninguna circunstancia. Desde que vamos a catecismo se nos plantean siete pecados capitales, de los cuales, si caemos en uno, nos llegará un castigo; así nos han educado, cada quien recibe lo que merece. Por lo que si 43 desaparecen nuestro razonamiento es que les pasó por revoltosos y flojos; si una chica aparece muerta de seguro es porque fue de fiesta y quién sabe con quién estaba como para que eso le pasara; si asaltan a alguien lo culpamos por no andar atento, por salir a la calle con objetos vistosos o con una suma de dinero. Podría seguir con la lista, pero seguramente ya se les ocurrieron más ejemplos y quiero plantearles lo siguiente:
¿Y si mejor, en vez de ver si lo merecían o no, vemos el problema desde otra perspectiva? Es decir, aquí lo importante es que nadie debería sentir miedo o preguntarse si volverá a su casa al terminar el día, ni levantarse por la madrugada para escapar de los bombardeos o de los gases. Al final, los civiles terminamos juzgando al afectado en vez de juzgar a quien verdaderamente fue el culpable de que ocurriera.