Ciudad de México.— Aunque parezca lejana, la Luna ejerce una poderosa influencia sobre la Tierra, responsable de los continuos movimientos del mar conocidos como mareas. Su fuerza de gravedad “jala” los océanos, generando dos abultamientos de agua: uno orientado hacia el satélite y otro en el lado opuesto del planeta.
A medida que la Tierra gira, sus continentes atraviesan estas zonas, provocando dos mareas altas y dos bajas cada día. Sin embargo, su intensidad varía según la forma de los continentes, la profundidad del mar y las condiciones del clima.
El fenómeno no ocurre exactamente bajo la Luna, ya que la rotación terrestre es más rápida, lo que hace que las mareas se adelanten unos 50 minutos cada día.
El Sol también participa, intensificando las mareas cuando se alinea con la Luna y la Tierra (mareas vivas) o suavizándolas cuando están en ángulo recto (mareas muertas).
Además, la atracción es mutua: la Tierra también deforma ligeramente la superficie lunar, mientras la Luna se aleja unos cuatro centímetros al año, en una interacción que mantiene el equilibrio del sistema Tierra-Luna.
Sin el satélite natural, advierten los científicos, las mareas, el clima y la rotación terrestre serían muy diferentes, recordando que cada ola en la orilla es una muestra del vínculo constante entre ambos cuerpos celestes.






