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Donde gobierna un solo grupo del crimen organizado que está apoyado por los gobiernos, por lo menos estatal y municipal, hay cierta percepción de paz, porque cesan los enfrentamientos, las limpias, porque ya se hicieron y todo parece dominado por la falta de conflictos entre grupos armados y autoridades.
Es una paz falsa porque se sustenta en la maldad, la ilegalidad y el capricho. La maldad, porque no se busca el bien, lo que más conviene a la sociedad en general, sino lo que rige es el ansia de poder y dominación sin freno, ni medida. Se pretende la destrucción de todo aquello que sea o parezca ser contrario a los grupos armados, a los delincuentes y a los integrantes corruptos de los gobiernos.
Fruto de las ambiciones de los poderosos y pudientes es hacer leyes para su propio beneficio y tener de su parte a los jueces que aplican las leyes; jueces venales, corruptos y sin ningún principio jurídico de justicia y legalidad. El poder judicial al servicio de los delincuentes civiles y gubernamentales: exonerar a los transgresores de la ley e inculpar a los inocentes sembrando pruebas falsas para criminalizarlos.
El capricho, es decir, la voluntad de los jefes de los grupos criminales y de los criminales jueces, para malinterpretar las leyes y torcer LA LEY para sus propios fines, apetitos y deseos irracionales o pasionales.
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