Fotografía/Dumbarton Oaks Collection
Mundo. – Hace 1300 años, hubo un emperador que fue depuesto y mutilado, y tuvo que usar una nariz de oro al reclamar el trono del Imperio Bizantino. Se trata de Justiniano II, quien, luego de una destitución y una década en el exilio, obtuvo la forma de evitar la máxima bizantina que impedía que personas con defectos se volvieran monarcas.
Justiniano nació en el año 669, y era hijo del emperador Constantino IV y la emperatriz Anastasia. Con solo 12 años presenció cómo su padre condenó a una rhinokopia (corte o amputación de la nariz) a sus dos tíos para privarlos de sus títulos imperiales.
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De esa manera, su progenitor logró allanar la “carrera al trono” de su hijo, dado que los bizantinos creían que solo hombres sin “imperfecciones físicas” podían ser declarados emperadores.
En el año 695, estalló una revuelta en la capital imperial Constantinopla y la rebelión le costó a Justiniano no solo el poder, sino también su nariz.
Sabía que no podía volver al trono con su aspecto. Por esa razón decidió crear una prótesis. Si bien no está del todo claro cuándo logró fabricarse una nariz de oro puro, para ese momento ya era conocido como “el de la nariz cortada”, de acuerdo a la especialista Constance Head en el libro Justiniano II de Bizancio.
Fuente Nación.