Por Karla Chacer
El pasado 17 de octubre seis personas fueron encontradas con las manos amputadas en Tlaquepaque, el motivo es que fueron acusados de ser ladrones; en su momento no se pudieron obtener declaraciones de los acusados debido a que estaban en estado de shock. Por desgracia, los casos de linchamientos se están convirtiendo en algo frecuente y que va subiendo de nivel de violencia.
El aumento de inseguridad, robos y la cotidiana indiferencia por parte de las autoridades son los detonantes de que un sector importante de la sociedad decida aplicar justicia por cuenta propia. Sí, es comprensible el hartazgo de la colectividad, ¿pero también lo es responder con más violencia? Carece de sentido el exigir justicia y que se aplique la ley, mientras se agrede a otro individuo para que pague por lo que hizo.
No solo pasa con situaciones de seguridad, lo mismo ocurre en el sector educativo. La toma de las instalaciones de la UMSNH han ocupado la sección de noticias por un tiempo considerable, sobre todo por los enfrentamientos entre estudiantes que quieren recuperar las instalaciones para tener clases y quienes las mantienen cerradas porque quieren un lugar en la universidad. Todo esto ha generado heridos, tensión y que otros sujetos ajenos al asunto decidan meterse, tal es el caso de los normalistas.
Debemos tener claro que actuando de esta manera nos posicionamos más lejos de la justicia y con ello propiciamos que las autoridades se limiten a seguir de espectadores, viendo cómo es que los ciudadanos se pelean, en vez de buscar una forma constructiva de que la ley se cumpla.