Por Redacción Monitor Expresso
Brasil, 10 de febrero de 2017.- La piscina principal que fue usada durante los juegos de Río 2016, se ha convertido en ruinas y miseria seis meses después.
El estadio Maracaná ahora está abandonado, lleno de suciedad y matorrales y sin electricidad. Las fachadas de las instalaciones de los Juegos de Río se caen a pedazos, sus techos se derrumban y por sus suelos no se puede caminar. Donde hubo leyendas olímpicas hoy hay un aspecto terrorífico, apocalíptico, descorazonador.
Se cumplen ahora seis meses de los Juegos de Río, quizá el mayor capricho concedido por el Comité Olímpico Internacional para autocomplacerse con llevar su evento por primera vez a Sudamérica. Y, una vez más, se confirma: su mayor error histórico. Río nunca debió haberse convertido en sede olímpica, los Juegos nunca debieron haberse celebrado allí y hoy lo que queda de ellos como legado es simplemente basura.
Convertir a una ciudad en sede olímpica tiene como objetivo, entre otros pero éste es fundamental, beneficiar a la ciudad y a sus residentes más allá de la celebración de los Juegos. No se cumple ni se cumplirá en Río. Sus ciudadanos nunca volverán a ver esplendor en la piscina donde brilló Michael Phelps, ni podrán hacer piragüísmo donde reinó Saúl Cravitto, ni disfrutarán de más gimnasia donde se encumbró Simone Biles.
Fuente: Antena Tres