Mundo. – La antigüedad y estado de conservación de cientos de momias enterradas en botes en la desértica región de la cuenca del Tarim, en el noroeste de China, ha desconcertado a los arqueólogos desde su descubrimiento en los años 90. Estos cuerpos, que datan de hasta 4 mil años, han sido preservados de forma sorprendente debido al clima seco, conservando intactos rasgos faciales y cabellos.
Inicialmente, se pensó que las momias, por su apariencia occidental y el hallazgo de prendas de lana y alimentos como queso y trigo en sus tumbas, provenían de pastores o agricultores migrantes de Asia occidental. Sin embargo, un reciente estudio de ADN realizado por investigadores internacionales revela una nueva hipótesis: las momias pertenecen a una población local aislada genéticamente, descendientes de un antiguo grupo de cazadores-recolectores de la Edad de Hielo, conocidos como euroasiáticos del norte.
Christina Warinner, profesora de Harvard y coautora del estudio, señala que, a pesar de su aislamiento genético, estas personas adoptaron ideas y tecnologías de grupos vecinos, desarrollando elementos culturales únicos. Este hallazgo contrasta con los restos hallados en la cuenca de Dzungaria, al norte, donde se observó una mayor mezcla genética.
El estudio, aunque ofrece nueva luz sobre estas antiguas momias, deja abiertas preguntas sobre sus prácticas funerarias, como el entierro en botes, que sigue siendo un enigma para los investigadores.