Así como llegó el frío, se esfumó. Era medio día, el sol caía a plomo y en pleno periférico, sonabas tu claxon, estabas enojado, el semáforo en rojo, pero eso a ti no te importaba, cuando por fin pudiste avanzar, le “mentaste la madre” a todos los conductores. Tu hijo en el asiento de atrás permanece callado, temeroso, pero a ti te da igual, tenías que hablar por el simple hecho de que puedes hacerlo.
Mientras esperaba el transporte público junto a un grupo de personas, caminabas y hablabas por teléfono al mismo tiempo, le contabas a alguien como todas las mujeres son unas putas, como las asesinan por tontas, -ellas bien que saben a lo que van, exclamaste. Tu madre y tu hermana, tu hija, son mujeres, pero eso no te importa, es tu opinión, debe ser respetada, la expresaste porque tienes boca y el derecho de hacerlo.
Estaba en la tienda de la esquina y tú te adelantaste en la fila, al momento de colocar tus productos en el mostrador le dijiste a la tendera que México está jodido, que vamos de mal en peor, que el presidente no hace nada, que está loco, que la economía ha decrecido, que sigue en campaña. En las elecciones pasadas votaste al PRI, en la colonia todos lo sabemos, tu casa era la bodega de despensas con las cuales, Antorcha Campesina, compraba votos, de paso, el tuyo. Sientes ira porque ya no lucras con la pobreza, porque Antorcha ya no lucra con tu pobreza, porque ya no tienes comida gratuita.
Por la tarde encendí el televisor, estabas sentándote con tus cuates, esos que visten de traje a diario. Con tu tasa para café en lo alto, opinabas sobre la pésima gestión de este gobierno en el tema de la pandemia. Señalaste lo inservibles que son las vacunas rusas, como las brigadas de vacunación son ficticias porque ni vacunas hay en México, como López Gatell es un imbécil y será juzgado en el futuro por el asesinato de miles de mexicanos. No sabes nada de medicina, menos sobre epidemias, pero eso que más da, hablas porque te pagan por hacerlo, no importa que digas mentiras.
El sol estaba por ponerse y tú platicabas con tus amigos mientras bebías cerveza en uno de los cafés del centro histórico, ahí en los portales. Junto a tus amigos, sentenciaste que el comunismo ha llegado a México, que el castro-chavismo se ha apoderado de la nación, que los pobres son pendejos y por eso votaron a quien nos va hundir. Tus amigos te escuchan atentos, permanecen callados mientras notan como el coraje se apodera de tus afirmaciones.
Te enoja que alguien considere necesario repartir la riqueza de forma un poco más igualitaria, que te quiten lo que tienes para dárselo a los que no se lo han ganado y, como eso es el comunismo, como esa es la estrategia de este gobierno, debes enojarte.
Pasaba de las nueve de la noche, la temperatura comenzaba descender y en la estación de gasolina te burlabas a carcajadas del precio de esta. Uno de los despachadores intentó explicarte cómo es que funciona la fluctuación del precio de los combustibles y como este gobierno ha contribuido a mantener a bajo costo el litro de gasolina, tú lo ignoraste y le explicaste a tu familia durante el camino a casa como es un tema internacional y eso no es un tema del presidente. No entiendes nada de economía, pero tienes boca.
Dices que hubo una rifa de avión sin avión, aunque ya te hayan explicado mil veces el procedimiento de tal rifa.
Sientes que todo lo que tienes lo mereces y te lo has ganado con tu esfuerzo y sufrimiento, tus padres te regalaron todo, y a ellos tus abuelos.
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Dices que este gobierno es “más de lo mismo”, cuando se proponen cambios al sistema, los criticas fieramente.
Sientes que perteneces a una clase social de altos vuelos, sientes que eres superior. La clase alta te humilla y te repudia, tú replicas eso con los que tienen menos que tú.
Dices que el MORENA es el nuevo PRI, votaste al PAN y luego al PRI y luego al PRD, ahora van en alianza.
Sientes que la sociedad te odia por ser exitoso, haces chistes y discriminas a las mujeres, a los indígenas, a los pobres… El odio es un tipo de afecto y créeme, el afecto nunca es gratuito.
Dices que el presidente polariza a la sociedad. 80 millones en extrema pobreza, ¿Quién divide entonces?
Sientes miedo de ya no poder mantener tu yate, imagina el miedo que sienten diariamente los que no tienen que comer.
Hablas basura porque nadie te lo impide, sientes tu dinero más que a tu esposa, ofendes a discreción porque nadie te ha abofeteado, sientes más valioso tu estilo de vida a la Lady D que un abrazo de tu marido.
Te puedes seguir haciendo el “intelectual”, el “critico”, “el inteligente”, “el indomable”, “el fifí”, pero tú y yo sabemos cómo es que terminara esto, ojalá nos toque vivirlo, de no ser así, sólo recuerda que en toda bala que surque el aire, siempre estará mi fantasma retratado.
Que no te de frío, no te me quedes callado, sigue hablando, anda, que tienes boca, sigue sintiendo tus privilegios.
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