Italia.-En un martes reciente, unas 24 horas antes de que metiera los dedos en la nariz de un hombre, dejara caer su codo en el cuello de otro y pusiera los pies de uno más donde se supone que van las orejas, Rodrigue Nana consideró, solo por un momento, la idea básica del miedo.
De acuerdo con el portal web El Financiero, “¿Quiere saber a qué le temo?”, dijo, con los dedos recorriendo la cicatriz sobre su ceja izquierda. Nana, un camerunés emigrado a Italia, se inclinó hacia delante, como para compartir un secreto. “Le temo a ducharme”.
No se rió. Ni tampoco sus compañeros de equipo sentados cerca. No era un momento para bromear; Nana y el resto de su equipo estaban a punto de iniciar su última sesión de entrenamiento antes del partido final de “calcio storico”, una competencia de siglos que incluye muy pocas reglas y el tipo de daños humanos generalmente asociados con la época de los gladiadores.