Sin pretender profundizar en las causas que ocasionan el drama de los pueblos pobres del mundo y anotando sólo que son factores socioeconómicos los que originan la emigración, hay dos puntos del mundo en donde se escenifican, no sólo grandes calamidades, sino colosales tragedias a miles de personas pobres: la frontera de México con Estados Unidos y el norte del Mediterráneo: España, Francia, Italia, Croacia, Albania, Grecia y Turquía.
Es claro que no se discrimina a todos los seres humanos de piel oscura, ni a todos los “indios”, ni a todos los chinos o centroamericanos, o musulmanes. Si éstos tienen cuentas bancarias, ese defecto desaparece. Pero si esos seres humanos son pobres y hambrientos, son rechazados y estigmatizados.
Los gobiernos de países del norte, siempre más ricos que los del sur, con diferentes matices, rechazan como si fueses leprosos, a personas migrantes que invariablemente provienen de los países del sur.
Las causas de la emigración del sur al norte se localizan en la pobreza de sus países de origen que no les ofrecen fuentes de empleo, ni seguridad, ni comida y menos educación para sus hijos. Ante la falta de empleo y la carencia de oportunidades la delincuencia, secuestra, mata, practica el contrabando, el robo, el narcotráfico, la drogadicción, la trata de personas, la esclavitud moderna y el terror, además que en muchos casos existen gobiernos represivos y criminales que per siguen a personas que profesan creencias, religiones o ideologías diferentes.
No se nos olvida que España persiguió y mató a judíos, musulmanes e indígenas, y que lo mismo hizo el nazismo hitleriano que lamentablemente resurge y amenaza a los pueblos del planeta, muy a tono con el discurso racista del rubio magnate, hoy presidente de Estados Unidos, país que liquidó a comunistas, socialistas y “sospechosos” en la época macartista.
La intolerancia y la xenofobia de los “blancos” que odian a los pobres hasta el exterminio, ha dejado en pocos años más de 35 mil quinientos migrantes muertos en la ruta del Mar Mediterráneo.
En la frontera de México con Estados Unidos, en promedio anualmente mueren quinientos seres humanos por lo que sólo en los últimos diez años habrían fallecido cinco mil, ahogados, asesinados por la Asociación Nacional del Rifle (cazan migrantes como si fuesen búfalos), por sed o perdidos en el desierto.
Esos seres humanos sólo quieren comer y huyen del miedo y la violencia.