Por Redacción Monitor Expresso
Estados Unidos a 27 de septiembre del 2016.- Hillary Clinton logró imponerse a Donald Trump en el primero de los tres debates antes de las elecciones presidenciales del 8 de noviembre. Un cruce muy tenso en el que los candidatos no escatimaron ataques para intentar ganar ventaja en una carrera que cada vez está más pareja, según los sondeos.
Dos encuestas, una de la cadena CNN y otra de la consultora Public Policy Polling, daban como ganadora a la demócrata tras la disputa de 90 minutos que ambos candidatos han mantenido en la Universidad Hofstra, en Long Island, en la que ha abundado la retórica ácida que hasta ahora ha distinguido a la campaña. Clinton y Trump se atacaron remilgos. Ha sido el choque que todos anticipaban: tenso. Por momentos, agresivo y sustancial, y, en otros instantes, entretenido y superficial, con dos estilos antagónicos en escena.
Trump ha sido más Trump que nunca, confiado, recurriendo a la improvisación y a su capacidad para cambiar de tema y de tono de una oración a otra. Clinton ha sido la candidata disciplinada de siempre, sesuda, con respuestas pulidas y profundas.
Les tomó apenas unos minutos a Trump y Clinton dejar las sonrisas y la cordialidad de su saludo inicial y enseguida comenzaron a atacarse con pullas, ironías e interrupciones. Si había dudas de qué Trump iba a aparecer en escena, pronto quedaron disipadas: fue el Trump de siempre, no la versión ‘presidenciable’ por la que abogan algunos miembros de su equipo.
Clinton, vestida con un traje sastre rojo, el color distintivo de los republicanos, optó por reírse de los ataques de Trump e ignorar sus interrupciones, e intentó casi siempre mantenerse incólume asestando dardos ocasionales. “Donald, sabemos que vives en tu propia realidad”, le atizó en un momento dado. Y sobre su declaración de la renta sembró el misterio: “Hay algo que está escondiendo”.
Trump, quien lució una corbata azul, color de los demócratas, cargó contra Clinton y la interrumpió cada vez que pudo. Optó por un estilo muy agresivo: la atacó con la economía, con su respaldo a acuerdos de libre comercio, con su trayectoria en Washington, y, sobre todo, con el uso de su terminal privado para manejar su correo electrónico cuando era secretaria de Estado. Al inicio del debate, Trump volvió a acusar a México y China de “robar” trabajos a Estados Unidos, uno de los pilares de su mensaje.
“Típico discurso político, pura habladuría, nada de acción”, fustigó Trump, después de que Clinton describiera, con el detalle que la caracteriza, sus políticas para la economía. “No tienes ningún plan”, le espetó la demócrata.
El primer debate ha llegado justo cuando la carrera se ha cerrado hasta dejar a los dos candidatos casi empatados. Hillary Clinton aún logra mantener la ventaja que abrió tras las convenciones de los partidos, pero, tras casi dos meses en los que Trump ha ido moderando su tono y ha repuntado en las encuestas, la diferencia es mínima.
El promedio del sitio RealClearPolitics le otorgaba el domingo a la demócrata una ventaja de tan sólo 2,3 puntos en los sondeos que miden el voto popular. El sitio FiveThirtyEight le concedía un 55,2% de probabilidades a Clinton de lograr la mayoría en el colegio electoral, lejos ya del pico del 89,2% de mediados de agosto.
El mensaje de la catarata de encuestas que caracteriza a la contienda por la Casa Blanca es unívoco: las elecciones de noviembre están abiertas. Clinton parece ya resignada a perder Carolina del Norte y Ohio, el estado que ha elegido al presidente en cada elección desde 1964, y se aferra a Pensilvania, que podría resultar crucial para sus aspiraciones.
Clinton y Trump habían llegado a Hofstra, que este lunes estuvo blindada bajo un fuerte operativo de seguridad, con objetivos y desafíos muy distintos. Trump gozaba de una ventaja natural: era el outsider, la cara fresca, que le ganó a todos y se ganó un lugar en lo más alto de la política norteamericana para debatir cara a cara al lado de un icono delestablishment como Hillary Clinton. Ya el sólo hecho de estar allí lo hacía ver más presidenciable, algo en lo que sus asesores han hecho mucho hincapié.
Trump, además, se mueve en televisión mejor que cualquier otro político. Clinton es la contracara: tiende a dar respuestas demasiado sesudas para una audiencia que responde mejor al golpe de efecto. Por eso, su desafío era intentar descolocar al candidato para mostrar que no tiene el temperamento que demanda la presidencia de Estados Unidos.
Hubo figuras para todos los paladares. Hasta Don King se dio el lujo de pasearse por la sala de los periodistas aferrado a una bandera de Israel, luciendo un enorme botón con la imagen de Trump en su chaqueta vaquera
Fuente: El Mundo