La atención centrada hacia el problema de los medios de comunicación, en particular durante los períodos de campañas electorales, se refleja en el surgimiento de dos órdenes o versiones en la denominación.
Por una parte, se han acuñado denominaciones que intentan representar un estado de la democracia en el que predomina la adecuación de la política a la lógica de los medios masivos, que reduce el contenido político a imágenes e informaciones superficiales para un público disperso y pasivo; se trata de la “democracia mediática”, “democracia de audiencias”, “democracia de públicos”, “democracia sin público”, “democracia espectáculo”, “videocracia”, “democracia televisiva”.
Por otra parte, han surgido conceptos que se refieren al uso de las tecnologías para superar la representación y ejercer una participación directa en la toma de decisiones a través de la emisión de una opinión o la elección de una alternativa mediante el voto electrónico u otras formas interactivas: “tecnopolítica”, la política vía satélite o “teledemocracia” (el más usado y extendido), “ciberdemocracia”, “democracia electrónica”, entre otros ( Alejo y Da Cunha Lopes, 2011).
En los discursos de estas nuevas designaciones se sobreevalúa la variedad, utilización y el poder de los instrumentos electrónicos o digitales, televisión, la radio, los periódicos e Internet, y se presentan como sustitutos, alternativas o contribución a las transformaciones negativas de dicha forma de gobierno, donde el concepto y contenido de la democracia se discuten cada vez menos.
En la sociedad de la información ( a la cual estamos transitando rapidamente , no sólo por la tendencia instalada desde hace 3 décadas, sino también por aceleración introducia por la actual crisis global de la era de la covid 19 ), se parte de la consideración que la democracia representativa en cuanto forma de gobierno, ha dejado de ser de facto (no en el ámbito jurídico-constitucional) el instituto de la representación ciudadana.Varios autores señalan como causas a la intersección de los fenómenos por el declive de las instituciones tradicionales de la democracia, la crisis de representación, la mediatización de la política, el descrédito de los partidos políticos y de los proyectos colectivos, entre otras.
Este fenómeno ha sido descrito en general, como la adecuación de la política – en tiempos, espacios, escenarios, lenguaje, etc. – a la lógica de los medios de comunicación – con sus particularidades tecnocomunicativas, formas de organización productiva, tipo de mensajes, etc. -. En la massmediatización, la televisión es el medio privilegiado de análisis que incluye a otros medios masivos (radio, prensa) y por supuesto, últimamente a las comunicaciones mediadas por computadora (CMC) vía Internet, en particular el uso de las llamadas redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube, etc) (E. Morozov, 2011) .
La democracía electrónica
La “democracia electrónica”, en una acepción concreta e integral, es aquel sistema político que, cumpliendo con cinco condiciones , se basa férreamente en la utilización de las redes digitales para llevar a cabo sus funciones esenciales, tales como la articulación de intereses, los procesos de toma de decisiones y el intercambio de información entre actores. Es decir, la posibilidad de los ciudadanos de sufragar permanentemente las grandes decisiones políticas.
En una noción genérica y amplia, la democracia electrónica, es la proyección de las TIC a los procesos de participación política de las sociedades democráticas, cuyos elementos constitutivos comprenden tres exigencias básicas:
a) Metodológica. Radica en la aplicación de las TIC en su amplio significado, concebido en sus diversas manifestaciones: Televisión, video, informática, telemática, Internet y demás.
b) Objeto. Se dirige a los procesos de participación política de los ciudadanos.
c) Contexto. Su aplicación es siempre por Estados de derecho; solo es desplegable en las sociedades democráticas.
La democracia de los consumidores
Propugna una aceptación acrítica de la institucionalidad de las democracias. Su discurso está inspirado en las visiones de autores como Schumpeter sobre el enfoque de la elección pública y la elección racional. Resalta la función de la información en la formación de la capacidad de los ciudadanos para escoger entre una amplia variedad de servicios públicos. Las dos características principales son:
1) la valoración del voto y las elecciones como el elemento más importante de la vida política;
2) el rol dominante que desempeña la burocracia en el funcionamiento de las democracias contemporáneas. En consecuencia, el acceso a más y mejor información es una meta- principio que refuerza el poder y promueve aquellos principios que, como la elección, el acceso o la “voz”, son especialmente enfatizados por este modelo. El beneficio radica en su capacidad para aumentar las oportunidades y la calidad de la elección de los ciudadanos entre servicios públicos alternativos.
Los defensores de este modelo justifican la mayor capacidad que conferiría a los ciudadanos para protegerse de la burocracia. Con mayor información, los ciudadanos pueden darse cuenta de la corrupción o la ineficiencia gubernamental y, por tanto, a través de su elección entre servicios alternativos, promover aquellos de mayor calidad. El principal nexo entre la sociedad civil y la política es el consumo de información por parte de la ciudadanía.
La ciberdemocracia.
Está en formación y por lo mismo, sujeto a modificaciones. Inserta en una concepción comunitarista y radical de la ciudadanía, concibe a los ciudadanos tanto actores como espectadores del juego democrático. Intelectualmente, el modelo obtiene sus argumentos de debate sobre la posmodernidad: el punto de partida es la constatación de la importancia fundamental de la categoría de la identidad como eje articulador de las dinámicas políticas y sociales de las sociedades avanzadas. Las TIC debido al potencial de comunicación que posibilitan, dan lugar a un ciberespacio en el que las distintas comunidades virtuales pueden crear y recrear sus identidades con total libertad sin estar sujetas a categorías impuestas. La emergencia de redes virtuales telemáticas autónomas y auto referenciadas son importantes en la pluralización de la sociedad posmoderna, en la reconstrucción de la política desde bases de respeto, en lugar de los actuales patrones de tolerancia. En esta visión, las cibercomunidades pueden desafiar profundamente a la política de antaño que ofrecía una falsa seguridad y una frágil cohesión, a base de marginar e invisibilizar a los otros, a los diferentes.
La aceptación de la diversidad será el principio básico para que a partir del reconocimiento mutuo, los ciudadanos puedan participar de forma efectiva en las tareas de gobierno. Consciente de los límites que tiene la diversidad a fin de evitar la extrema fragmentación cultural y de los valores políticos, desea que la discusión y la interrelación virtual fomente el intercambio de pareceres que conduce al reconocimiento mutuo necesario para el surgimiento del sentido de comunidad; esto es, de capacidades técnicas y del sentido de pertenencia a una comunidad plural de identidades múltiples (los Town meetings simbolizan la concepción comunitaria).
El nexo político entre estado y sociedad será la creación de las comunidades y redes electrónicas, la cual funcionará a modo de foros y asambleas públicas abiertas a todo el mundo y pautadas por procedimientos de deliberación que aseguren que el mejor argumento es el que gana (Guerrero, 2010; Alejo y Da Cunha Lopes, 2011). Las decisiones gestadas tendrán una traducción efectiva en accesiones públicas que contarán con el consentimiento de la sociedad civil.
Bajo esta dimensión de la ciberdemocracia, la asimilación de las nuevas tecnologías por la política tenderá a valorar y reconocer la importancia de los medios de expresión de la opinión pública y en especial, a los medios de comunicación. De ahí que las organizaciones civiles, las organizaciones corporativistas, en especial la prensa virtual, deben guiarse por procedimientos limpios, representativos y racionales que garanticen una efectiva expresión de la mejor conciencia ciudadana posible.
Relación entre medios de comunicación y democracia
De acuerdo a las modelos anteriores, es posible considerar el concepto de democracia electrónica, como la noción que se refiere al conjunto de teorías caracterizadas por el vínculo que establecen entre las computadoras y redes computarizadas, en cuanto elementos esenciales para la elaboración de un sistema político democrático.
Sin embargo, la complejidad de la sociedad en las últimas décadas nos enfrenta a fenómenos de luces y sombras. Nos asaltan algunas inquietudes: ¿ante la crisis de representatividad, la democracia electrónica es la solución? Es ésta ¿un imperativo en un mundo globalizado? Se trata de cuestiones complejas. Por lo que la reflexión sobre las nuevas denominaciones dadas a la democracia, lo que ellas implican y el sujeto social de la praxis política que construyen, no resulta vana. Si coincidimos en la posibilidad de una nueva conformación representativa, debemos mirar más allá de los medios.
En efecto, el análisis de la relación entre medios de comunicación y democracia se debe hacer una evaluación crítica de aquellos, lo que implica considerar desde una perspectiva de conjunto la influencia de los medios de comunicación, que incluya otros factores, como la corrupción ( Córdova, L., Vianello, L. C., & Murayama, C. , 2006), la impunidad, la falta de justicia, la situación declinante de vastos sectores sociales (la formación de nuevos pobres y la profundización de la pobreza), las políticas de ajuste neoliberales en América Latina, la formación de elites políticas cada vez más separadas de los gobernados, el incumplimiento de las promesas de los programas propuestos por los partidos en las elecciones, entre otros. Así, podremos superar la concepción simple y maniquea de que la democracia electrónica es toda la salvación o bien, que la insuficiencia de la democracia es a causa de la influencia mediática.
La(re)edificación de la democracia que se pretenda,no resulta únicamente por las elites políticas, por quienes actúan en el ejercicio de la política o por el activismo, la participación de los ciudadanos, sino también por la (re) formulación de categorías de análisis que articulen con la mayor claridad posible, la especificidad de nuestra situación.
Es pertinente realizar una crítica de la racionalidad instrumental e informática que comprenda en primer término la exigencia de interrogarse sobre la naciente digitalización de la dimensión social, cultural y humana; segundo, la interpretación y comprensión de las tecnologías interactivas y las fuerzas que conforman a la presente sociedad democrática (Lijphart, 2012) ; y tercero, la evaluación sobre los límites de las nuevas modalidades de participación directa en los procesos de conformación de una opinión publica (más) crítica y participativa.
Resulta indudable que las TIC en las diversas formas de participación en una sociedad, sólo son medios que nos permitirán mejorar, ampliar o profundizar, siempre y cuando se usen como tales: instrumentos, no medios o fin en sí mismas.
La razón, la critica, el diálogo intersubjetivo y a su vez la regulación jurídica, son insubstituibles en la construcción y mantenimiento de mejores relaciones individuales y colectivas. De esta forma se llegará a la generación no solo de una sociedad de la información, sino una verdadera sociedad del conocimiento , que puede reforzar la cultura democrática y la participación política. . Para tal, es obligatorio que la próxima reforma electoral sea diseñada de acuerdo a esta nueva realidad ineluctable y no para un pasado reciente, que no deja de ser un pasado.
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