Morelia, Michoacán a 10 de Septiembre de 2015.-La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cumple en el año 2017 el centenario de su fundación, en este periodo de tiempo la máxima casa de estudios de nuestro Estado ha sufrido profundos procesos tanto académicos como sociales siempre estando a la vanguardia en sus tres actividades sustantivas, la educación media-superior y superior, la investigación científica y la difusión y extensión universitaria.
Sin embargo, el titulo de la columna no refleja el argumento central sobre el que basare mi opinión de esta semana, ya que es sumamente sencillo hablar de los héroes y los pensadores que formaron el carácter institucional de nuestra universidad, el sentido humanitario de Don Vasco de Quiroga, ¿quién no conoce la historia del padre de la patria?, todos estamos al tanto de la lucha del cura Morelos por el sur de nuestro país y la puesta en marcha del congreso constituyente en Chilpancingo, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio notable nicolaita de pensamientos antireeleccionistas y cómo olvidar al reconocido y condecorado Dr. Ignacio Chávez quien decía que “ser nicolaita es como una huella de fuego que llevan los que han pasado por las aulas de San Nicolás y que se lleva en los más profundo de nuestro ser, esa quemadura que jamás se borra del alma”, así la lista podría continuar con muchos nombres tan notables como los anteriores.
De lo que hoy se trata es de un movimiento que año con año afecta a la comunidad universitaria, el movimiento de aspirantes y rechazados (MAR) deja sin clases cada inicio de ciclo escolar a unos 55 mil estudiantes que conforman la comunidad
estudiantil, sin olvidar a los profesores quienes no pueden asistir a realizar sus actividades tanto educativas como de investigación y empleados administrativos.
El MAR puede tener objetivos trascendentes y loables como el obtener lugares para jóvenes que por alguna situación quedaron fuera de las filas de la universidad, pero lo que esta en entre dicho no es el fin, sino los medios de presión, de los que se valen para lograr estos fines.
Soy nicolaita de corazón dice un viejo adagio y es que yo personalmente me siento agraviado cuando veo a jóvenes deseosos de estudiar,º retener de manera ilegal las instalaciones de ciudad universitaria, ahí concuerdo con la forma tan atinada de proceder del Dr. Medardo Serna González rector de mi alma mater quien una vez que exhortó a los integrantes del MAR a entregar las instalaciones, y agoto todas las opciones con que contaba él como rector, decidió turnar el caso al tribunal universitario para que este tomara el rumbo de acción que dictamina las atribuciones del propio tribunal.
Es claro que existen costos económicos de la toma de las instalaciones de ciudad universitaria, es claro que se pierde dinero cuando la universidad no trabaja, no obstante; lo que me preocupa y quiero destacar, es el costo que se tiene al perder un enorme capital que de unos meses para acá la universidad venia aglutinando, la imagen institucional es un capital que se pierde con cada retención de las instalaciones de C.U, una imagen institucional que aquellos que cantamos “pis-pas, pis-pas, calis calás, calis calás, shhh ¡pummm! ¡San Nicolás!” con amor, tendemos a acrecentar con cada clase que impartimos, con cada acción profesional que realizamos y con cada investigación que con ahínco consumamos.
Ante las tomas y retenciones de las instalaciones de la universidad hoy más que nunca “creo en mi, soy nicolaita”