Mundo. – Trabajar bajo la supervisión de un jefe tóxico puede tener consecuencias devastadoras para el bienestar mental, emocional y físico de los empleados, advierten especialistas en comportamiento organizacional.
Aunque algunos líderes pueden resultar molestos o difíciles, hay señales claras que marcan la diferencia entre un mal jefe y uno verdaderamente tóxico. Identificar estos comportamientos puede ayudar a prevenir entornos laborales insanos que perjudiquen a todo un equipo.
Características de un jefe tóxico:
Falta de autoconciencia: No reconocen ni controlan sus emociones, ni aceptan retroalimentación.
Falta de empatía: No comprenden ni se interesan por los sentimientos o necesidades del equipo.
Motivación egoísta: Buscan el protagonismo y se apropian del trabajo de otros.
Comportamiento inconsistente: Actúan de forma impredecible y con favoritismos.
Abuso de poder: Esperan obediencia absoluta sin espacio al diálogo.
Micromanagement: No delegan ni confían en su equipo, controlan cada detalle.
Expectativas poco realistas: Exigen metas inalcanzables o mal definidas.
Desmoralización constante: Hacen bromas ofensivas y critican a sus espaldas.
Evitan la responsabilidad: Siempre culpan a otros por los errores.
Soberbia profesional: Creen saberlo todo y rechazan sugerencias externas.
Un solo rasgo basta para dañar el ambiente laboral
Basta con que un líder muestre uno de estos comportamientos para que se genere un clima tóxico que afecte a todo un equipo, reduciendo la productividad, aumentando la rotación y afectando la salud mental de los trabajadores.
Expertos recomiendan que, si se identifica alguno de estos patrones en un jefe, los empleados documenten los hechos y busquen apoyo en recursos humanos o canales institucionales de protección laboral.