La madrugada del sábado murió Marcelino Perelló, ex académico de la UNAM y que dio mucho de qué hablar tras sus comentarios misóginos respecto a la violación de la mujer, haciendo referencia al caso de “los porkys” de Veracruz. Algunos de los comentarios que salieron a relucir durante esa emisión del programa Sentido Contrario, perteneciente a la UNAM, circularon por varios artículos de opinión y por varias notas que hacían cuenta del hecho, enseguida un ejemplo:
“Tampoco (…) que te metan los dedos es para armar un desmadre estrepitoso (…) No empecemos. La violación implica necesariamente verga. Si no hay verga, no hay violación. O sea, con palos de escoba, dedos y vibradores no es violación”. (Cita sacada de HuffPost México)
Pero pareciera que todo lo que dijo fue perdonado, pues ya muerto no hace falta seguir con el dedo en el renglón, ¿no? Todas las notas que refieren a su muerte lo catalogan como el “polémico líder del movimiento estudiantil del 68”. Bien dicen que cuando uno muere todos empiezan a colgarse de que fueron sus amigos, salen sus virtudes y las anécdotas que lo llenan de logros a lo largo de su carrera. Así fue el caso de Perelló, de quien apenas se dio a conocer su deceso, varios académicos de la UNAM expresaron sus condolencias, me pregunto si entre ellos están los que repudiaron sus comentarios en el programa ya referido.
Comprendo que una muerte es algo lamentable, ¿pero eso redime al personaje de todo lo que dijo e hizo? Tampoco pido que se le considere como alguien que ha sido mandado al destierro; hablo de ser capaces de ver a la persona con todos sus matices. Que Perelló hizo una trayectoria académica para reconocerse, puede ser, pero eso no puede hacer que todos sus comentarios queden devaluados.
Cuando la joven Lesvy fue encontrada muerta en el campus de la UNAM no fue bañada de elogios por sus estudios y los comentarios de amigos fueron hechos a un lado; en el caso de Lesvy no se hicieron esperar los prejuicios al ser injustamente acusada de estar en involucrada en drogas y alcohol. En cambio, Perelló se llevó las condolencias de académicos y el reconocimiento de su trayectoria profesional, no importó que mientras estaba en horas de trabajo y en una transmisión en vivo dijera comentarios misóginos.
Resulta incongruente que se llene de flores a quien fue suspendido de ejercer como académico por la misma institución que rechazó y desaprobó sus comentarios. Si se va a tomar una posición en el asunto, esa posición debe sostenerse, de lo contrario,
¿cómo queremos que se termine con todo este tipo de acciones intolerantes si se hace invisible lo que las origina?