Por Redacción Expresso
Ciudad de México a 28 de Febrero de 2016.-Para Cruz Azul resultó ser la confirmación de un nuevo principio, el de jugar bien y ganar, así sea contra el líder Monterrey, que al menos en el primer tiempo, fue un rival irreconocible.
Omar Mendoza (9′), el paraguayo Jorge Benítez (29′ y 39′), que llegó a seis en su cuenta, y Christian Giménez (72′) marcaron los goles de La Máquina, en un partido jugado a su más alto nivel y premiado con olés desde la tribuna.
Mendoza abrió el marcador con un cabezazo a contrapié del portero Jonathan Orozco, después de que Julio César Domínguez lo dejara solo con un desvío en un tiro de esquina. Luego, con los Rayados a la carrera por defender, Benítez sumó el segundo en una triangulación de extraordinaria manufactura.
Desde la lateral izquierda, Ariel Rojas bombeó para el español Víctor Vázquez, quien, sobre la marcha, filtró para que el atacante paraguayo colocara su disparo por encima de Orozco y apuntara el 2-0.
Fueron 45 minutos en los que el cuadro regiomontano, superado en cada sector del campo, no tiró, no encontró ni pudo lograr algo que le permitiera venir de atrás.
La Máquina pudo haber hecho el tercero desde los once pasos, tras una mano del argentino Rogelio Funes Mori en un tiro libre, pero Jonathan Orozco adivinó el disparo de Joffre Guerrón y dio un poco de oxígeno a su equipo.
Al poco de eso, sin embargo, Benítez logró el doblete con un pase preciso del ecuatoriano Joao Rojas, que lo volvió a dejar solo frente al arco para anotar.
Tres goles suficientes para que los Rayados, que sólo habían recibido seis en siete fechas del torneo, pidieran el final del primer tiempo al árbitro Roberto García Orozco.
Al regresar del complemento, los regiomontanos generaron por fin algunas jugadas de peligro, si bien de forma individual. Dorlan Pabón disparó dos veces desde larga distancia y Funes Mori hizo lo suyo. De ahí en más, el Monterrey se quedó sin aliento y fue una sombra de lo que venía siendo.
El ambiente en el Azul para entonces parecía como el de una corrida de toros. Muchos olés y aplausos, una ola gigante en las gradas, y un grito que por más que pase el tiempo sigue retumbando en los partidos: “Chaco, Chaco”.