Morelia, Michoacán. – Poco antes de las once de la mañana de este sábado 15 de noviembre, los morelianos comenzaron a reunirse en la Plaza Morelos —popularmente conocida como la Plaza del Caballito—. Bajo el sol del mediodía aún lejano, se notaba el ambiente de expectativa: aunque la marcha estaba convocada para iniciar a las 12, el movimiento comenzó a fluir antes de tiempo, como si la urgencia de las consignas empujara a los asistentes a avanzar.
Para las 11:30, los primeros contingentes ya habían llegado al Palacio de Gobierno, justo frente a la Catedral de Morelia. Ataviados de blanco, algunos con sombrero, los manifestantes se congregaron con mensajes claros: justicia para Carlos Manzo, justicia para familiares de víctimas de asesinato o desaparición, y la exigencia de renuncias que alcanzaban desde la presidenta Claudia Sheinbaum hasta el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla.
La tensión aumentó cuando apareció René Valencia, de Revolución Social. Intentó dirigir unas palabras al público, pero los abucheos lo apagaron rápidamente. “¡Sin partidos!”, coreó la mayoría, dejando claro que no querían tintes políticos en la protesta. Un joven tomó entonces el micrófono y habló de un plan para cambiar la forma de gobernar, intentando devolver cohesión al ambiente.
Tras varias horas de consignas, la multitud encaró a elementos de la Guardia Civil. Los reclamos sobre la inseguridad en el estado se hicieron más intensos y algunos manifestantes arrojaron huevos, croquetas e incluso algunas piedras. Entre risas nerviosas y mientras grababan videos, los policías salieron de su resguardo para realizar detenciones. Los gritos de quienes eran asegurados rompieron momentáneamente el ritmo de la manifestación, mientras otros lograban huir entre la multitud.
Finalmente, pasadas las tres de la tarde, la circulación en la avenida Madero fue reabierta. Quedaron sobre el asfalto los restos de una jornada marcada por el descontento, la frustración y la exigencia de justicia que resonó en el corazón de Morelia.
