La Orquesta Filarmónica de Viena recibe al 2021 con las polcas y valses de cada 1 de enero, pero ante el silencio de una sala sin público, el reto del director de esta edición, Riccardo Muti, ha sido mantener viva la llama de la música sin aplausos, como si fuera una grabación de estudio.
Y sin duda lo ha logrado con interpretaciones memorables. El italiano tiene experiencia: es la sexta vez que dirige este concierto.
El concierto más famoso del año ha tenido que adaptarse también a las restricciones para combatir la pandemia, entre las que se cuenta el cierre de teatros, cines y salas de conciertos decretado por el Gobierno austríaco hasta el 7 de enero.
“Habría sido imposible desde el punto de vista internacional no hacer el concierto”, sentenció hace unos días Daniel Froschauer, uno de los violinistas y miembro de la directiva de la Filarmónica, sobre la decisión de celebrar el concierto pese a las restricciones.
Aunque el recital ha podido seguirse desde casa por televisión y radio por millones de personas, la Sala Dorada del Musikverein de Viena ha estado vacía de público y huérfana de aplausos.
Fuente:Niusdiario