Mundo. – La falta de conexión social y la sensación de estar solo aumentan la probabilidad de fallecimiento en individuos con obesidad. Abordar estos aspectos puede ser beneficioso para promover hábitos de vida más saludables y ofrecer un mayor respaldo emocional.
La película “La Ballena” (The Whale) ofrece una representación vívida de los desafíos que enfrenta una persona con obesidad. En la película, el actor Brendan Fraser encarna a Charlie, un profesor de inglés que vive en completa reclusión en su casa, sin salir. Aunque su situación refleja la obesidad mórbida, el filme destaca los altos niveles de aislamiento social y soledad que suelen experimentar las personas con esta condición médica.
Recientemente, un estudio ha explorado si mejorar estos aspectos podría reducir el riesgo de mortalidad en pacientes con obesidad. Publicado en la revista JAMA Network Open, el estudio analizó datos de 398,972 participantes del Biobanco del Reino Unido, de los cuales 93,357 tenían obesidad. Los resultados confirmaron que un menor grado de aislamiento social y soledad se asociaba con una reducción del 36% y 9% en la mortalidad de individuos con obesidad, respectivamente.
Es fundamental comprender la distinción entre el aislamiento social y la soledad antes de explorar las razones que respaldan ambos porcentajes, ya que representan aspectos diferentes del contacto social. El aislamiento social se refiere a la cantidad de interacciones que una persona tiene con los demás, mientras que la soledad es un estado emocional que está relacionado con la calidad de las relaciones sociales. Es posible que alguien conviva con otras personas pero se sienta solo.
El estudio indica que, entre los factores de riesgo de mortalidad en pacientes con obesidad, el aislamiento social ocupa un lugar destacado, ubicándose en el cuarto puesto, por encima de la soledad (que está en el decimocuarto lugar), la depresión o la ansiedad. La falta de apoyo social puede agravar comportamientos de riesgo para la salud, como el tabaquismo, la inactividad física y una alimentación poco saludable, y también puede dificultar el seguimiento de recomendaciones médicas, según lo señalado en el estudio.
Además, las personas que carecen de un entorno social cercano tienen más probabilidades de fallecer, ya que no cuentan con una red de amigos o familiares que les brinde apoyo o les anime a buscar atención médica para tratar la obesidad. Por estas razones, los investigadores resaltan la importancia de abordar el aislamiento social y la soledad en estos casos, ya que esto podría contribuir a mejorar estilos de vida poco saludables, proporcionar un mejor respaldo psicológico y alentar a las personas con alto riesgo a buscar ayuda médica cuando sea necesario.
El estudio señala que la relación entre la mejora del aislamiento social y la mortalidad por todas las causas es más notable entre las personas que no padecen obesidad. Esto no resulta sorprendente, ya que los problemas cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y la inflamación crónica son complicaciones asociadas con la obesidad, lo que aumenta el riesgo de mortalidad. Los autores del estudio enfatizan la necesidad de intervenciones más intensivas para mejorar el aislamiento social en personas con obesidad en comparación con aquellas sin obesidad, con el objetivo de reducir el riesgo de mortalidad.
El aislamiento social y la salud cardiovascular
La investigación indica que el aislamiento social también juega un papel significativo en los casos en los que los pacientes con obesidad fallecen a causa de enfermedades cardiovasculares, las cuales son la principal causa de muerte a nivel mundial y presentan tasas de incidencia y mortalidad relativamente elevadas. Por lo tanto, la relación del aislamiento social con la mortalidad asociada a problemas cardíacos es notable.
El estudio resalta que la interacción social y el apoyo pueden disminuir el estrés, fomentar hábitos saludables, proporcionar respaldo emocional y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares a través de una participación social positiva.