Mundo.- Tener altas concentraciones en sangre de la mayoría de los ácidos grasos saturados –algunos monoinsaturados y algunos ácidos grasos trans– se relaciona con una mayor densidad mamaria, uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama. Así concluye un estudio liderado por el Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y el Centro Nacional de Epidemiología (CNE/ISCIII).
En contraste, los resultados publicados en The Journal of Nutrition también han revelado que mayores niveles en sangre de ciertos ácidos grasos omega-6 están ligados a una menor proporción de tejido mamario denso. Este trabajo epidemiológico está liderado por Virginia Lope y Marina Pollán.
La densidad mamográfica es la cantidad relativa de tejido fibroglandular que se aprecia en color claro en una mamografía, y constituye un importante factor de riesgo de cáncer de mama
“Los mecanismos biológicos por los que los ácidos grasos podrían influir en la densidad mamográfica son todavía desconocidos, pudiendo mediar en esta asociación los procesos inflamatorios o un efecto directo sobre el tejido graso de la mama”, explica Lope.
La densidad mamográfica es la cantidad relativa de tejido fibroglandular que se aprecia en color claro en una mamografía, y constituye un importante factor de riesgo de cáncer de mama.
El desarrollo de este tejido mamario denso puede verse influenciado por factores dietéticos, por lo que la identificación de los nutrientes que puedan influir en su mayor desarrollo es de especial interés para la prevención de este tipo de neoplasias.
Los autores, en colaboración con el Centro de Diagnóstico Médico del Ayuntamiento de Madrid (Madrid Salud), evaluaron la asociación entre los niveles relativos de ácidos grasos, algunos biomarcadores de su metabolismo interno y la densidad mamográfica en una muestra de casi 1.400 mujeres premenopáusicas que acudieron a la Unidad de Radiodiagnóstico de Mama del Ayuntamiento de Madrid.
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Hasta el momento, los estudios desarrollados en este campo se habían centrado en dilucidar la relación entre la densidad mamaria y el consumo de ácidos grasos utilizando cuestionarios de frecuencia alimentaria y analizando solo los grandes grupos de ácidos grasos, sin analizar cada uno de ellos de forma individual.
Según indican los investigadores, “solo algunos ácidos grasos (los omega-3 y omega-6 esenciales y los ácidos grasos trans) se obtienen únicamente de los alimentos, mientras que el resto, aparte de ser ingeridos por la dieta, también pueden ser sintetizados internamente y, por tanto, sus concentraciones séricas no representan exactamente lo que comemos y no son tan buenos indicadores de la ingesta alimentaria”.
Los autores subrayan la importancia de seguir ampliando el conocimiento de los mecanismos implicados en estas asociaciones con nuevos estudios
De ahí el interés por analizar las concentraciones en sangre de cada uno de los ácidos grasos, tanto los que dependen directamente de la dieta como los que no, para ir un paso más allá en la relación de cada uno de ellos con la densidad mamográfica. Los resultados permitieron observar que las mujeres con elevados niveles séricos de ácidos grasos saturados (presentes en carnes, lácteos, aceites y productos grasos) mostraron una mayor densidad mamográfica.
Además, elevadas concentraciones relativas del ácido graso monoinsaturado palmitoleico (que, a parte de su síntesis en el organismo, puede derivarse del consumo de grasas animales y aceites vegetales y marinos), así como altas concentraciones de los ácidos grasos trans palmitelaídico (presente en la carne de rumiantes y en productos lácteos con alto contenido en grasa) y elaídico (contenido en una amplia variedad de alimentos industriales) también se asociaron con una mayor densidad mamaria.
Por el contrario, las mujeres con elevados niveles séricos de determinados ácidos grasos omega 6, como el ácido linoleico (presente en aceites vegetales, frutos secos y semillas) y su derivado, el ácido araquidónico, mostraron menor densidad mamaria.
Los autores subrayan la importancia de seguir ampliando el conocimiento de los mecanismos implicados en estas asociaciones, “con nuevos estudios sobre ácidos grasos de forma individual, ya que sus efectos en la glándula mamaria parecen diferir incluso dentro del mismo grupo”.