La compañía refresquera Coca-Cola financió una red mundial de científicos para generar estudios que minimizan el impacto del consumo de las bebidas azucaradas en la pandemia de obesidad a nivel internacional, refiere un estudio publicado en la revista médica Public Health Nutrition.
La publicación detalla que, desde hace más de un lustro, Coca-Cola impulsó la creación de una organización de científicos sin fines de lucro llamada Red Global de Balance Energético (GEBN por sus siglas en inglés), cuya finalidad fue promover los intereses de la industria refresquera e influir en tomas de decisión y políticas públicas.
“Coca-Cola busca influir en los investigadores de salud pública para promover sus intereses, en consonancia con otra evidencia de que la industria alimentaria ha tratado de influir en las políticas públicas”, se lee en el documento de un equipo de investigadores que revisó 18 mil 30 páginas de correspondencia entre Coca-Cola y académicos especializados en salud pública de las universidades de West Virginia y Colorado en Estados Unidos, que fueron financiados por la GEBN.
El estudio revela que Coca-Cola utilizó tácticas similares a las que implementan las industrias del tabaco y el alcohol para promover su boyante negocio.
Primero, buscó financiar a científicos y ocultarse como fuente de financiamiento. Segundo, Coca-Cola también buscó generar una red de contactos en espacios públicos y políticos para sacar provecho de ello y promover la idea de que la pandemia de obesidad se debe más a la falta de ejercicio que a problemas alimenticios, como lo es el consumo de productos con exceso de azúcar.
“Los correos electrónicos contenían evidencia de prácticas asociadas con la ‘construcción de coaliciones’, incluso para establecer relaciones con líderes de opinión y organizaciones de salud, para establecer relaciones con los encargados de formular políticas públicas. En algunos casos, estas dos prácticas parecían conjuntas, ya que la asociación entre la academia y Coca-Cola facilitó los contactos con otras entidades, incluidos políticos, la industria y grupos comunitarios e investigadores”, se lee en el estudio.
Los esfuerzos de Coca-Cola no se limitaron a financiar la GEBN en Estados Unidos. Otro ejemplo de esta red de influyentismo tuvo lugar en los últimos cinco años en Sudáfrica, donde la compañía refresquera “financió al Instituto de Relaciones Raciales para realizar una investigación sobre una propuesta de impuesto al azúcar”. Como resultado, explican los investigadores, “la iniciativa de política pública resultante se opuso a los impuestos a las bebidas azucaradas, sin que el conflicto de intereses fuera revelado”.
Esta no es la primera vez que Coca-Cola es señalada de hacer pagos a beneficio de la industria de las bebidas azucaradas.
En 2016, por ejemplo, un estudio publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine reveló que ambas compañías financiaron a 96 organizaciones promotoras de la salud en Estados Unidos con el objetivo de minimizar la relación entre la obesidad y el consumo de azúcar.
Entre las organizaciones patrocinadas estuvieron 63 instituciones de salud pública, 19 institutos médicos, siete fundaciones para la salud y cinco dependencias gubernamentales, así como dos distribuidoras de alimentos.