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Francia.- Charles Aznavour, cantante francés, falleció a los 94 años en su residencia de Alpilles, en el sur de Francia, a donde acababa de regresar tras una gira por Japón.
Una de las última presentaciones del intérprete de origen armenio, fue en Barcelona, en el Liceu el pasado 20 de abril, cuando cautivó al público con un recorrido por sus clásicos en el que se sobrepuso a una indisposición causada por un pinzamiento muscular. Esa noche, él mismo bromeó ante los espectadores: “Hoy tenía dos opciones: una, no cantar, y la otra, morir en el escenario. Para ustedes sería algo para recordar: ‘Le vimos morir en directo’”.
En junio de 2016, Luis Troquel, especialista en música, lo presentó en una entrevista publicada en el medio El Periódico, con las siguientes palabras: “Parisino de ascendencia armenia. Mito universal. No solo representa la conjunción perfecta entre el romanticismo de la canción melódica y la veracidad de la ‘chanson’ de autor. Del mismo modo que antes de destacar por sí mismo escribió para Édith Piaf, una vez consagrado compuso muchos de los ‘hits’ pop que encumbraron a las estrellas de generaciones posteriores”.
Nacido en París el 22 de mayo de 1924, fue bautizado como Shahnour Varinag Aznavourian. Sus padres se habían instalado temporalmente en la capital francesa mientras se preparaban a emprender un viaje a Estados Unidos que jamás realizaron. A lo largo de una carrera artística que inició en la década de los 40 vendió más de 150 millones de discos en todo el mundo.
“¿Cuáles son mis puntos débiles? Mi voz, mi estatura [no llegaba a 1,65 metros], mis gestos, mi falta de cultura e instrucción, mi falta de personalidad”, reconocía Aznavour, autor de más de 1.200 canciones, entre ellas ‘La Bohème’, ‘Emmenez-moi’ o ‘She’. “Pero tenacidad no me faltaba y fue eso lo que compensó”, explicaba el compositor e intérprete.
Aznavour era un ‘chico de la calle’ que tuvo que dejar los estudios muy pronto. Su formación autodidacta siempre la presentó como un motivo de orgullo.
Al término de la segunda guerra mundial, su encuentro con el pianista Pierre Roche marcó el inicio de sus trabajos musicales, aunque es su relación con el editor musical Raoul Breton la que acabó siendo crucial para su carrera. Breton le presentó a Piaf.
Aznavour pasó a ser un colaborador de la cantante, a cuyo servicio trabajó como secretario, chofer y compositor. “Escribí para ella varias canciones y me convertí en su confidente durante varios años”, declaró.
‘Il pleut’ (1948), ‘C’est un gars’ (1950), ‘Il y avait’ (1950), ‘Rien de rien’ (1951), ‘Une enfant’ (1951), ‘Je haïs les dimanches’ (1951) figuran entre los títulos que la profunda voz de Piaf popularizó.
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Con información de: El Periódico