Georgia.- Un coloso de hielo de dimensiones extraordinarias está viviendo sus últimas horas. El iceberg A-23A, con una extensión de 3 mil km² —el doble del tamaño de la Ciudad de México— y casi mil millones de toneladas, se encuentra en proceso de desintegración frente a las islas Georgia del Sur, en el Atlántico sur. Fotografías satelitales recientes de la NASA muestran su fragmentación mientras avanza hacia aguas más cálidas, marcando el final de casi cuatro décadas a la deriva.
Este gigante helado nació hace casi 40 años, cuando se desprendió en 1986 de la plataforma de hielo Filchner, en la Antártida. Desde entonces, ha tenido un recorrido singular: permaneció encallado por más de una década, se liberó en 2020, y desde entonces navegó lentamente hacia el norte, enfrentando varios obstáculos, como quedar atrapado en vórtices oceánicos y encallar cerca de Georgia del Sur. Ahora, fragmentado en múltiples pedazos, su desaparición es inminente.
La ruptura del A-23A no es un simple fenómeno aislado. Los científicos lo atribuyen a su ingreso en el llamado “callejón de los icebergs”, una zona donde las corrientes marinas cálidas y la temperatura del aire aceleran la descomposición de estos gigantes helados. El proceso no solo reduce su tamaño, sino que genera nuevos fragmentos como A-23G y A-23I, que añaden complejidad a su historia y al impacto ambiental que provocará.
Aunque el derretimiento de icebergs flotantes no eleva el nivel del mar directamente, su desaparición tiene consecuencias importantes. Alteran rutas marítimas, modifican hábitats marinos y liberan nutrientes que pueden cambiar la dinámica de los ecosistemas. En el caso del A-23A, su tamaño y longevidad lo convierten en un símbolo visible de la transformación acelerada de los océanos frente al cambio climático.