Fotografía/ EFE
Hace un par de semanas, el proceso electoral en Michoacán se desarrollaba sin contratiempos, tranquilo; pero lo que parecía serían unos comicios de mero trámite dada la ventaja que llevaba uno de los candidatos, se convirtió en una de las elecciones más atípicas y, quizá, antagónicas de las últimas tres décadas.
El inicio de las campañas a gobernador sin dos candidatos –uno de los cuales era el puntero en las encuestas- más el abierto golpeteo entre contendientes y entes gubernamentales han convertido a los actuales comicios como uno de los más complejos de los últimos años. Tendremos que esperar si la amplia ventaja que mantenía en la mayoría de las encuestas el candidato de Morena se mantiene en caso de obtener un fallo favorable del Tribunal Electoral.
A pesar de que el pasado 23 de marzo fue signado el Acuerdo Nacional por la Democracia, con la intención de evitar que tanto el Presidente de la República como los gobernadores realicen activismo a favor de sus candidatos o en contra de los opositores, ya sea de forma directa o por medio del uso de recursos públicos, ha sido extremadamente notoria la incursión de los titulares de los Ejecutivos, federal y estatal a favor de sus partidos y candidatos; el golpeteo verbal abierto y directo ha sido la principal arma empleada para desacreditar oponentes y está en vilo la posibilidad de que alguna de estas acusaciones puedan incluso terminar en las fiscalías.
Por lo pronto, el inicio atípico del partido que encabeza la mayoría de las encuestas se realizó sin su candidato al gobierno del estado y sólo con sus abanderados a las diputaciones federales, que dicho sea de paso, más que aportar, dependerán nuevamente del arrastre de la figura presidencial. Hasta este momento, existe plena confianza en que Raúl Morón recupere la candidatura a tal grado que no ha trascendido ningún nombre de quien pudiera sustituirlo.
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Mientras tanto en Michoacán inició la emisión de la llamada “propaganda negra”. Las acusaciones en contra del candidato del Equipo por Michoacán, Carlos Herrera, y de Silvano Aureoles, estuvieron a cargo de Gerardo Fernández Noroña, quien no dudó en vaticinar incluso que el actual gobernador michoacano “va a acabar en la cárcel”.
Mañaneras bajo la lupa
La determinación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de que ni el Presidente, gobernadores o funcionarios de los estados en donde se realizaran elecciones el próximo 6 de junio difundan programas o acciones de gobierno –salvo las que están contempladas en la Constitución- pondrá en jaque a medios de comunicación que difunden sin restricciones las “mañaneras” de Andrés Manuel López Obrador.
Seguramente el mandatario federal continuará ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y su derecho de réplica, como él mismo lo ha mencionado, con el riesgo, quizá calculado, de ser nuevamente señalado por la oposición de incurrir en violaciones a la legislación electoral. De paso, abriría un frente permanente contra el órgano electoral para mantener su campaña de descalificaciones.
Parcialidad mediática.
Otra de las peculiaridades del actual proceso electoral es la abierta y lamentable parcialidad de muchos medios de comunicación que promueven o descalifican candidatos sin ningún rubor. Los medios tienen la obligación ética y jurídica de mantener hoy más que nunca su imparcialidad y profesionalismo y evitar caer en lo que el periodista argentino Reynaldo Sietecase escribiera en el libro Periodismo: Instrucciones de uso: Dejó de importar si lo que se publica es cierto. Lo que importa es su efecto. “En el tiempo de la posverdad, a la hora de informarse, muchos prefieren confirmar sus prejuicios. No importa si lo que piensan tiene sustento real o no. No importa qué sucedió en realidad. No importa si les mienten mucho o un poco”.
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