de José Miguel Pérez Pompa
Independientemente de si el llamado a la sociedad (que a un ve el noticiero de Alatorre) a no hacerle caso al Subsecretario López Gatell, fue una cortina de humo AMLO-Salinas Pliego, o una escisión de esa alianza debido al tema de pago de impuestos o la abstención del empresario a parar sus actividades comerciales. El llamado confirma solamente lo que se ha vivido a través de las semanas, como lo peor de la pandemia, y es la reavivación continua del prejuicio.
El prejuicio, es definido como una opinión preconcebida, generalmente negativa hacia algo o hacia alguien, pues bien, los prejuicios o esas ideas preconcebidas han sido una constante línea divisoria en la sociedad mexicana, innegablemente en la situación que atraviesa hoy el país siguen siendo una constante y el llamado a no hacer caso a las recomendaciones de la autoridad sanitaria en el país por parte del presentador de noticias Javier Alatorre, solamente alimenta esos conceptos
Alimentar los prejuicios de la sociedad, tiene la finalidad exclusiva de acrecentar las líneas divisorias de la sociedad, de poner en duda cualquier decisión tomada por el gobierno por el simple hecho de no compartir los mismos intereses o la misma opinión sobre lo que se tiene que realizar basadas en las diferencias del rédito político. Encrespado como está el ambiente político en México y juzgar sumariamente las acciones, así como su resultado, nos lleva a los comentarios realizados desde el prejuicio, por ejemplo, en el informe trimestral del presidente donde confirmó la continuación en la entrega de becas y apoyos que son etiquetados para los “resentidos”, “ignorantes”, “huevones”, “ninis”, “pobres”, etc.
Prejuicios como los anteriores dan muestra fiel de que el debate público quiere ser intercambiado por la confrontación con base a las diferencias personales, culturales, raciales y económicas, no de ideas, posturas políticas o de experiencia en la administración pública, para que de esta manera se pueda revivir aquel lastimoso escenario de las elecciones del 2006 cuando AMLO se encontraba en su mejor momento, pero fue sobajado día a día ante la opinión pública y mediante los medios de comunicación de ese entonces. Hoy el escenario es diferente, aunque ciertos medios incluso hasta internacionales compartan una agenda apegada a la de la oposición que estila básicamente en denostar todo lo propuesto o realizado por el presidente, la emergencia sanitaria nos exige que se eleve este debate, no que se demerite.
Sin duda, la búsqueda de diferentes maneras de bajar la popularidad del presidente, así como intentar golpetear la gobernabilidad ha sido una de las estrategias en general de sus odiadores, la de alimentar los prejuicios durante la contingencia sanitaria no es la excepción a pesar de que ya conozcan sus resultados, y si en caso de que el lector no los recuerde, significa que tenemos AMLO para rato.
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