En plena crisis universitaria, en donde más de 55 mil estudiantes están sin clases y más de 10 mil trabajadores universitarios, entre ellos académicos como empleados administrativos, se encuentran en espera de pagos y prestaciones de ley adeudados, Medardo Serna González promueve campaña política en lugar de gestionar los recursos que la Universidad a su cargo requiere.
En los últimos días, el rector de la Casa de Hidalgo ha manifestado en su mensaje su preocupación por la probable pérdida del semestre escolar universitario. Pero esta preocupación de discurso resulta incongruente a la luz de los hechos que ayer exhibieron a Serna González en pleno proselitismo político en horario de trabajo. Él, como servidor público, no debería perder de vista que su tiempo, en horas laborables, debe estar orientado a la administración de la Universidad Michoacana y no a realizar actividad proselitista en favor de candidato alguno a cualquier cargo de elección popular.
Ante estos hechos evidenciados a través de las distintas fotografías que se filtraron y circularon hace unas horas por redes sociales, y que muestran a Serna Gonzalez en compañía de José Antonio Meade -precandidato del PRI a la presidencia de la República- y Salvador Jara -ex rector nicolaita-, ¿qué les respondería el rector nicolaita a los profesores y empleados que mantienen sus reclamos, así como a los estudiantes que están sin clases? Y ¿qué les tendría que decir a los padres de familia de los universitarios que creen y suponen que el representante de los universitarios realiza gestiones para que sus hijos retornen a las aulas?
El rector que en las vacaciones decembrinas soslayó la crisis del centenario; el que este fin de semana se encontraba de paseo en el Santuario de La monarca; hoy se encuentra haciendo campaña política con candidatos y personajes deleznables para los nicolaitas. A Serna, además, se le ocurre promover la sustitución de los profesores por estudiantes ‘mayores’ que darán clase a estudiantes ‘menores’ en solidaridad; y se le ocurre, también, llamar a alumnos a barrer, trapear, es decir, a intentar sustituir a los empleados universitarios con la mano de obra de quienes deberían estar estudiando. El rector no atina y agrava con su proceder los momentos críticos por los que atraviesa la centenaria institución nicolaíta; y ofende a la sociedad michoacana y a los nicolaitas cobrando ingresos de docente, investigador y funcionario (compensación) que no justifica al orientar su tiempo a la actividad política partidaria como ha sido evidenciado.
Serna González debería invertir su tiempo en hacer las gestiones conducentes para finiquitar a la brevedad los problemas económicos que atraviesa la Universidad por falta de planeación responsable del gasto; por un ejercicio sobregirado de los recursos económicos; y por los sobresueldos y percepciones de la alta burocracia universitaria. Y estas gestiones se realizan en la Ciudad de México nO en los hoteles de Santa María en Morelia. Sería una bofetafa, un insulto para el pueblo de Michoacán y para los universitarios nicolaitas, que las comidas en las que fue captado el rector con políticos hace unas horas hayan corrido por cuenta de la Universidad Michoacana.
La foto que esperamos todos ver es la que no ha circulado aún: la que de cuenta de la reunión de gestión de Serna con los nuevos funcionarios de la Secretaría de Educación Pública: Otto Grabados, Secretario de Educación Pública y Rodolfo Tuirán, Subsecretario de Educación Superior y Sylvia Ortega Salazar, Subsecretaria de Educación Media Superior. La imagen que esperamos ver y que no ha circulado aún es la de una Universidad Michoacana administrada responsablemente: en la que los profesores y estudiantes se encuentren en las aulas materializando el proceso enseñanza-aprendizaje; y los empleados universitarios empeñados en las tareas propias de la institución. Pero, para que ello ocurra hace falta más que el deseo, la buena intención o apelar a sentimientos.
Se requiere una auténtica rectoría de la UMSNH, que no pierda la brújula en la orientación de la institución; que no extravíe el liderazgo en el equipo de trabajo que le acompañe; y que no omita sus responsabilidades permanentes de administración y gestión.
Ni la sociedad michoacana ni los universitarios nicolaitas merecen que el titular de la rectoría se deshaga de sus responsabilidades y las traslade a otros actores y, menos aún, merecen que ese mismo servidor público invierta el tiempo que debe a la solución del actual conflicto en la Casa de Hidalgo en asuntos de su personal agenda político-partidista. Estamos ante un proceder desatinado pero, también, ante una conducta censurable que daña la investidura y el respeto de la figura rectoral por la misma persona que la ostenta y debería respetarla y hacerla respetar. Estamos, pues, ante quien llama en su discurso a no perder el semestre, pero en los hechos poco o nada hace para que ello no ocurra, pues se encuentra abocado a otras actividades (no propias del cargo que ostenta).