Por: Karla Chacer
Durante estos días no han dejado de darme vueltas en la cabeza cuestiones que tienen que ver con el mexicanismo, esto quiere decir que también me vi impulsada a preguntarle a varias personas que me rodean qué simboliza para ellos el ser mexicanos; si sienten una especie de compromiso con su país; si se identifican con éste y si creen que han cumplido como mexicanos. Las respuestas variaron, como era de esperarse, sin embargo, lo que me llamó la atención fue el hecho de que este tipo de respuestas generaron la misma reacción en casi todas las personas: sorpresa. Y sí, es asombroso el cómo un concepto con el que nos relacionamos día a día, desde que somos pequeños, nos resulte difícil de explicar.
De las personas a las que entrevisté, todas me dijeron que disfrutan de las tradiciones y costumbres, de la comida y de la naturaleza que enriquece a México. Otros tantos aceptaron que no se consideran identificados con su país, por lo tanto, no sienten una especie de compromiso con él y no significa nada para ellos el ser mexicano, si estas personas confesaran esto a aquellos que se presumen de mexicanos, probablemente las acusarían de malinchistas. Pero al momento de preguntarle a estas personas que “fallan como mexicanos” sobre los sucesos que han sacudido al país últimamente, todos coincidieron en que es algo lamentable y que les duele, mientras que la mayoría de los que fueron al grito dijeron que no era necesario enfocarse en lo malo y que hay que disfrutar de lo bonito que tiene México, porque México no solo es violencia y corrupción. Porque les guste o no, aquellos que no se asumen como mexicanos lo son y están experimentando ese tipo de identificación cuando aceptan que lo que ocurre en México les duele; pero aquellos que inflan el pecho y dicen “Yo sí soy mexicano y me llena de orgullo”, con el simple hecho de decir que lo malo del país es una banalidad que les amarga el día, podría decirse que ahí le están dando la espalda. Así que, ¿cuál de estas dos posturas podría ser considerada como el modelo del buen mexicano?
Que el país es hermoso, sí, no hay forma de negarlo. Pero tampoco queramos tapar el sol con el dedo aparentando que lo que ocurre a nuestro alrededor es irrelevante cuando afecta directamente a nuestro país, porque nos consideremos mexicanos o no, es el lugar que habitamos, el lugar donde viven nuestros familiares y amigos, el territorio que nos ofrece recursos naturales más que variados pero que no los sabemos aprovechar, gente que se esfuerza cada día por salir adelante para mantener a su familia pero que se las ve difíciles porque no encuentran la forma de alcanzar una mejor calidad de vida. Aceptémoslo, muchos de nosotros no nos tomamos la molestia de detenernos, aunque sea por un instante, a valorar lo que producimos y la magia que guardan con recelo aquellas miradas que viven día a día con el sueño de ver un mejor futuro para los suyos.
Ser eternos inconformes de lo que nos rodea no significa que no veamos las cosas buenas, significa que nos preocupa que éstas se pierdan y que la situación empeore porque nadie hizo algo para rescatar al país que se desmorona poco a poco, a veces a migajas, otras a grandes pedazos que se ven difíciles de reparar. Porque creo que ir a decir “¡Viva México!” cuando no se sabe lo que ha pasado en nuestra historia y preferir señalar a los que son unos irresponsables por dejar a sus hijos en una guardería donde perdieron la vida porque no estaba en buenas condiciones o a los que merecían ser arrollados por una camioneta por estorbar en la vía pública a razón de sus protestas, cuando lo único que hacían era exigir lo que por derecho les corresponde, propicia a que el país continúe fracturándose poco a poco. Sí, probablemente dirán que no fueron ellos los que quemaron la guardería o los que iban manejando el auto, pero considero que son hechos en los que varias familias se están viendo afectadas de forma directa y que no nos gustaría que alguien cercano a nosotros se viera implicado en una situación similar a esta, en cualquiera de las dos posiciones.
Entonces, partiendo de estas pequeñas comparaciones, considero oportuno el que nos evaluemos y digamos si estamos actuando de forma correcta. Dejemos un poco de lado el nacionalismo que justifica o ignora lo que repercute a nuestro alrededor y pasemos a reflexionar y actuar con una mentalidad más abierta y crítica, le aseguro que las posibilidades de alcanzar mejores resultados son mayores y el sentimiento de orgullo será pleno.
“La nación misma es una abstracción, una alegoría, un mito, que no corresponde a una realidad constante y precisa, científicamente determinable.” (José Carlos Mariátegui)
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