Por Padre José Luis Segura Barragán
Mucho se habla de la reconstitución o reparación del tejido social y se cree que haciendo campañas ciudadanas se traerán del pasado los valores civiles y morales que se han perdido: craso error. Las relaciones privadas y sociales entre los ciudadanos y su calidad afectiva es lo que hace el tejido social. Por encima de todas las relaciones debe imperar la Justicia, que es la aplicación efectiva de La Ley, como salvaguarda de los derechos humanos inherentes a todas las personas, sin importar su origen, creencia religiosa, edad o situación social.
Lo primero es limpiar los órganos de aplicación de La Ley y las instituciones que hacen las leyes y a quienes toca hacer valer El Estado de Derecho en la sociedad. La corrupción de las instituciones y la complicidad social, religiosa, económica y política con los criminales, es el primer enemigo a vencer.
La entrega de cuentas claras y la transparencia del uso de los recursos del Estado en sus diferentes niveles: federal, estatal y municipal, es imprescindible. Todo lo demás que se haga y diga es demagogia pura y mentirosa.
La mentira es la expresión palmaria de lo malvado de los gobiernos: mienten sus dependencias, mienten sus ejecutivos, mienten los jueces y magistrados, mienten las policías, mienten los ministros del Señor, amafiados con los poderes fácticos y “legales” del momento y miente la prensa.
El periodismo es el ejercicio de la mentira, con el cinismo de sus patrones pervertidos. A los merolicos de los medios escritos, radiales, televisivos e internáuticos, les encanta venderse por unas cuantas monedas y convertirse en loros del patrón en turno. No requiero ir a buscar a las prostitutas de la incomunicación muy lejos, pululan por todas partes, ofreciendo sus partes íntimas al peor político o impostor. Sus mentiras son infamantes.
El tejido social ha de comenzar a depurarse por los dirigentes, por aquéllos que son los que tienen en sus manos los destinos de los pueblos; si se quiere limpiar un río, hay que sacar de él todo lo podrido.